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Cancelados al menos 25 vuelos por la huelga de azafatas de Iberia

La huelga convocada en Iberia por el sindicato Comisión de Trabajadores Asamblearios (CTA) para los tripulantes de cabinas de pasajeros (azafatas) obligó ayer a cancelar 25 vuelos, según la compañía. Un portavoz de CTA incrementó los vuelos cancelados a 48 y explicó que en otros 28 hubo menos auxiliares de los establecidos para garantizar la seguridad, de modo que no se pudo embarcar a todos los pasajeros. Iberia reconoce que fue "muy optimista" al descartar el día anterior cancelaciones por los paros, si bien matiza que la mayoría de los pasajeros fueron derivados a otros vuelos.

La huelga fue convocada en solitario por CTA (con tres representantes de los 20 que componen el comité de empresa del personal de cabina) en protesta por la creciente subcontratación de aviones y personal y por el "vaciamiento" de Iberia que supone la creación de la línea de bajo coste participada por ella, Catair.

Javier Santos, del comité de huelga, afirma que a partir de julio se aumentará la subcontratación de pilotos y auxiliares en el puente aéreo Madrid-Barcelona, a través de la compañía Audeli del grupo Gestair, algo que permite el convenio colectivo sólo sobre un porcentaje de los trabajadores necesarios.

Protestas entre los pasajeros

En El Prat, donde se formaron largas colas de frustrados pasajeros ante los mostradores de información y de Iberia tras anularse ocho vuelos, la huelga llegó a provocar algunas escenas de tensión. Los viajeros se quejaban de falta de información y de que no hubieran obtenido respuesta a su petición de que la compañía les pagara un hotel donde pasar la noche tras la cancelación de su vuelo. "Hemos reclamado, pataleado... pero nada", se quejaba Mari Carmen Augusto, que formaba parte de un grupo de 10 ciudadanos andaluces que querían regresar de Barcelona a Sevilla, y que aseguraron estar dispuestos a hacer noche en el propio aeropuerto, informa Glòria Ayuso desde El Prat de Llobregat.

Una de las escenas de mayor tensión tuvo lugar en el interior de un avión que tenía previsto volar de Barcelona a Alicante. Según el relato de uno de los pasajeros de dicho vuelo, George de Oliveira, los viajeros esperaron media hora más de lo previsto en una larga cola antes de embarcar. Sin embargo, nunca llegarían a subirse al aparato.

Siempre según los pasajeros de ese vuelo, mientras los nervios empezaban a prender en la cola, el avión permanecía en tierra otra media hora más: ante un público atónito, varios miembros de la tripulación del avión continuaban discutiendo la conveniencia de hacer o no hacer huelga. Cuando el avión llevaba ya cerca de una hora de retraso, la decisión de las azafatas fue finalmente la de sumarse a la protesta. Los pasajeros se vieron entonces obligados a cambiar de planes. "Todo esto se resume en ser muy poco profesionales", lamentaba otro de los viajeros.

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