"¡No, no, no!"
Zidane niega que haya jugado su último partido como profesional, y Francia debe ganar a Togo por dos goles
Francia tiene que ganar a Togo para clasificarse. A ser posible, por dos goles. La aritmética del grupo del que saldrá el rival de España se ha convertido en uno de esos problemas endiablados que otorgan premios Nobel al que los resuelve. Un enigma que se solucionará sin Zidane, sancionado. Y quizá también sin el equipo africano al completo. Ayer se presentaron para jugar contra Suiza después de haber amenazado con no ir siquiera al estadio como medida de presión para cobrar una deuda de 50.000 dólares. Togo es un enjambre de problemas monetarios desde que comenzó el torneo. Hasta el punto de que su entrenador, el alemán Otto Pfisten, dimitió y volvió a integrarse en su puesto en el plazo de tres días por uno de estos asuntos de primas.
"No quiero ni pensar que haya sido el adiós de Zizou", se espanta ante la mera idea Barthez
En cualquier caso, no estará Zidane, que vio su segunda tarjeta el pasado lunes contra Corea, precisamente el día de su cumpleaños. Quizá ese empate frente a los asiáticos sea el último encuentro de la carrera del media punta francés. "No quiero ni pensar que haya sido el adiós de Zizou", se espanta ante la mera idea el guardameta Barthez, uno de sus grandes amigos y, dicen las lenguas, sustentado en su puesto en competencia con Coupet gracias a esa vieja amistad.
Willy Sagnol, uno de los más críticos dentro del vestuario contra el establishment de las grandes figuras francesas, aquellas que llevaron a Francia hasta la Copa del Mundo de 1998, reconoce que Zidane "es insustituible", pero le echa una mano en sus reivindicaciones a Trezeguet cuando advierte que el delantero de origen argentino "también es capaz de marcar diferencias".
Thuram, firme en su propósito de no polemizar en público con nadie, tiene una solución muy sencilla para el problema del ya ex madridista: "Tenemos que ganar el próximo partido y él nos ayudará otra vez en los octavos de final", aseguró el central del Juventus nada más terminar el partido contra Corea del Sur.
Malouda se apunta a esta tesis: "Es impensable un tropiezo con Togo. Sabemos lo que tenemos que hacer. Habrá más partidos". Barthez también tiene un rapto de dureza cuando asegura: "No caben estos sentimientos sobre un futbolista particular en un Mundial. Somos 23 profesionales en la concentración, y cuando eres internacional te tienes que adaptar a cualquier situación. Aunque está claro que Zidane no es un cualquiera".
El propio Zidane también tiene su opinión. Dice que está "triste", pero más por el resultado frente a los coreanos que por sus propias circunstancias personales. El jugador dice que en ningún momento pensó en el césped ni después en el vestuario que pudiera ser su fin de trayecto como profesional: "¡No, no, no!", asegura espantado, antes de hacer un cálculo: "Me recuerda este campeonato al que ganamos en 1998. [Entonces también se perdió dos partidos por sanción]. Ojalá sea igual".
Henry tampoco centró su discurso en la tarjeta de Zidane. Más bien prefirió hablar de lo molesto que estaba por tener que jugárselo todo al final con Togo después de haber jugado "un buen partido en el que merecimos ganar". "Haría falta que los árbitros fueran un poco competentes", argumentó. "Solamente son muy rápidos cuando se trata de enseñar tarjetas amarillas", sentenció.
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