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Crónica:LA CRÓNICA | NACIONAL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Adiós al debate estatutario

El referéndum cierra la batalla territorial. Es la hora del diálogo con ETA

Soledad Gallego-Díaz

En cuanto se cierren las urnas y se sepa exactamente el resultado del referéndum sobre el nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña, se abrirá, sin esperar un segundo, la campaña para las inmediatas elecciones autonómicas y un nuevo debate interno en el PSC, e indirectamente en el PSOE, sobre el posible candidato socialista: Pasqual Maragall, José Montilla o un tándem con los dos, como propone un sector del propio PSC.

Salvo un resultado extraño en la consulta que se celebra hoy y que ninguna encuesta o sondeo ha pronosticado, parece razonable pensar que el referéndum tendrá dos consecuencias políticas evidentes: demostrar que Cataluña descansa en dos grandes partidos, PSC y CiU, y que Esquerra Republicana no ha superado con éxito su prueba de madurez en el Gobierno de la Generalitat.

Los socialistas del PSOE insisten en que la subida en intención de voto del PSC se debe más al arrastre de Zapatero que al tirón de Maragall

Prácticamente todos los sondeos que se han llevado a cabo en Cataluña en las últimas semanas indican una caída significativa en intención de voto para los republicanos independentistas. Por mucho que ERC reclame como propio todo el voto no en el referéndum, la realidad es que tendrá que compartirlo con el Partido Popular. Incluso es posible que el PP, no en Cataluña, pero sí en el resto de España, intente también apropiarse de la mayoría de ese voto de rechazo. Un escenario, en cualquier caso, verdaderamente deprimente y desmovilizador para los votantes de ERC.

Cerrado el escrutinio, se abre también la discusión sobre el candidato que presentarán los socialistas catalanes en las inmediatas elecciones autonómicas. En el PSOE y en La Moncloa, muchos creen que la decisión dependerá del propio Maragall. Seguramente muchos piensan en Madrid que no es el candidato más adecuado, pero también creen que el president tiene un potencial de conflictividad tan importante que, si se empeñase en ser de nuevo el candidato, ni el PSC ni nadie podría hacerle frente sin un coste muy alto.

Así que muchos de sus críticos en Madrid se limitan a confiar en que alguien de su entorno le convenza de no correr el riesgo en las próximas elecciones y dejar a José Montilla como cabeza de lista. Son casi los mismos que insisten en que la subida en intención de voto que viene experimentando el PSC en los últimos días se debe mucho más al arrastre del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que al propio tirón de Maragall. Y bromean: "Si Zapatero se presentara a las autonómicas, se las llevaría de calle".

En cualquier caso, si se cierra con éxito el referéndum catalán, decaerá toda la polémica estatutaria que tanta polémica y tanta furia ha provocado en los medios políticos, no sólo catalanes, sino de toda España, en los últimos dos años. Todos los ojos se dirigirán ahora, casi en exclusiva, al proceso de diálogo con ETA y a la comparecencia de Rodríguez Zapatero ante el Parlamento para anunciar los primeros contactos oficiales con la banda terrorista.

Tiempo marcado

La prisa del Gobierno, la decisión de no atrasar el respaldo del Congreso hasta septiembre, sino reclamarlo antes de fin de este mes, se debe a la necesidad de aprovechar el verano para marcar algunos puntos. La mayoría de los expertos considera que uno de los momentos más delicados de todo el proceso será la legalización de Batasuna (o de su heredera), y que esa medida está ya prácticamente señalada en el calendario. Si esa formación quiere presentarse a las elecciones municipales de mayo de 2007, tendrá que legalizarse con tiempo para preparar y lanzar una campaña legal, es decir, dos o tres meses antes de la convocatoria a las urnas.

Además, el calendario tiene que tener en cuenta el tiempo suficiente como para que la sala especial del Tribunal Supremo, a la que nadie duda que el PP recurrirá para intentar frenar la legalización, analice la adecuación de Batasuna, o de su heredera, a la nueva Ley de Partidos. Todo dependerá de la fórmula elegida en esos nuevos estatutos para expresar el rechazo a la violencia. Hasta ahora, los responsables de Batasuna han hablado de "vías pacíficas" y de dejar atrás la violencia como "algo del pasado, que ha provocado mucho dolor en toda la sociedad vasca", sin especificar nada más.

Por último, abrir los contactos oficiales con ETA en verano puede ayudar a que la temporada de fiestas populares vascas no se convierta, como en otras ocasiones, en el momento elegido por Batasuna para organizar grandes actos callejeros de presión política. Si todo está ya en marcha, lo razonable sería que bajara el nivel de acoso callejero abertzale.

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