Catarsis 'azzurra'
Italia trata de limpiar con buen juego la mala imagen del fraude en el 'calcio'
Hace unas semanas, Arrigo Sacchi, ex seleccionador italiano, estaba horrorizado ante la pésima imagen exterior que estaba proyectando el fútbol italiano a partir del descubrimiento de la red fraudulenta alentada por el ya ex director general del Juventus, Luciano Moggi. Ayer, Sacchi se sentía mucho más tranquilo. "23 millones de italianos presenciaron por televisión el estreno de la azzurra contra Ghana (2-0). Se temía un desamor con la hinchada, pero la realidad ha confirmado que el amor por la selección y por el fútbol siguen vivos", dice, orgulloso, en La Gazzetta dello Sport, el único seleccionador italiano que ha perdido una final en la tanda de penaltis, en Estados Unidos 94, ante el Brasil de Romario.
A Estados Unidos le apoyarán parte de los 50.000 soldados de una base cercana al estadio
La Nazionale siente la responsabilidad de la catarsis. Y más que nadie su seleccionador, Marcelo Lippi, que perteneció tantos años al Juventus y cuyo hijo Davide formaba parte de la empresa de compra-venta de jugadores dirigida por Moggi. Ante todos aquellos Moggis que devastaron los sueños de los aficionados, Lippi y sus chicos tienen dos obligaciones: jugar bien y hacerlo de la manera más limpia posible. Ambas cosas las lograron ante Ghana. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, dijo que había visto el mejor encuentro del Mundial hasta la fecha y valoró el comportamiento de los azzurri dentro del campo, superando esta vez su fama de indisciplinados y tramposos. Elogiados por Blatter, Parreira, Pekerman, Eriksson y Van Basten, o sea, el gobierno futbolístico en pleno, Italia pretende confirmar esta noche ante Estados Unidos, en Kaiserlautern, la tendencia del estreno.
Hace ya 24 años del último gran éxito de Italia. Son muchas las analogías que quieren ver los tifosi entre aquel Mundial de España 82 y éste. Y hay una por encima de todas: el hecho de venir de un escándalo vergonzante, que en aquel momento fue destapar un trama clandestina de amaño de partidos que afectaba nada menos que a quien, a la postre, sería el máximo goleador de España 82: Paolo Rossi. También entonces Italia necesitaba como el agua una purificación. Y su seleccionador, Bearzot, ha confesado estos días que la clave de aquel triunfo fue la capacidad del equipo para ser feliz pese al inmenso ruido exterior.
Aunque no lo advirtiera el árbitro, Italia jugó con 12 ante Ghana. Había un intruso en su selección: era el fantasma de Moggi, que hubo de ser neutralizado por los ragazzi de Lippi, según la imagen del periodista Candido Cannavò. Una victoria no es suficiente para acabar con este espectro, pero es el comienzo. Los jugadores vuelven a creer en sí mismos. "Ganaremos la Copa por los 23 millones que nos han seguido", dijo Pirlo, autor de un gol espléndido ante Ghana y receptor de un sinfín de parabienes. El centro del campo de Italia se ve como uno de los más potentes del campeonato. "Es fortísimo. Especial", afirma el ex medio centro internacional Albertini; "Pirlo es un 10 cuyas cualidades se exaltan delante de la defensa; De Rossi es el más europeo de todos: completo, fuerte físicamente, con la concentración italiana; y el dinámico Perrotta resuelve los partidos". Por no hablar de Totti, que debe ir en progresión a medida que la lesión que superó vaya alejándose.
Hasta Kobe Bryant, la estrella de los Lakers, da como favorita esta noche a Italia: "Nos ganaréis 2-1. Soy tifoso del Milan desde hace años. Yo, de pequeño, jugaba al fútbol de portero. En el medio del campo no sabía qué hacer".
Lippi entrenó ayer a puerta cerrada y levantó un muro con respecto a su alineación. Entrará Zambrotta, aunque es un misterio si lo hará como lateral derecho por Zaccardo o como lateral izquierdo por Grosso. Con la victoria, la enfermería se ha vaciado. También está listo el carismático Gattuso, que se quedará en el banquillo. A Italia le gustaría encontrarse en octavos de final con Croacia o, mucho mejor, con Australia. Se trata de evitar a Brasil. Para eso debe vencer hoy a Estados Unidos, que estará acompañado, insólitamente, por un gran número de aficionados. A 15 kilómetros del estadio Fritz Walter, hay una base militar en la que residen 50.000 estadounidenses. Está abierta desde 1952, en pleno auge de la Guerra Fría, y fue protagonista en 2003 de cerca de 300 despegues de aviones Hércules C 130 con destino a la guerra de Irak. Kaiserlautern, además, acoge un hospital militar donde son atendidos los heridos más graves del conflicto. Las medidas de seguridad serán intensas en el estadio y en la ciudad de Kaiserlautern, donde se esperan manifestaciones pacifistas. En ese sentido, Gilardino, del Milan, se declaró un pacifista y quiso dedicarles la previsible victoria a los soldados italianos de Nassiriya. Victoria y catarsis.
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