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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vía Royal

Francia necesitaba salir de su sopor político. Ségolène Royal, aspirante a candidata de la izquierda socialista a la presidencia de la República, lo está consiguiendo poco a poco. Se ha apoderado de la agenda de la seguridad ciudadana proponiendo que los menores delincuentes puedan ir a internados o a centros bajo tutela militar. De paso, ha considerado un error la supresión del servicio militar y propuesto instaurar en su lugar un servicio cívico obligatorio para todos los chicos y chicas. Ha rechazado el "patriotismo económico" del primer ministro Dominique de Villepin. Su última embestida ha sido para atacar la semana de las 35 horas -bandera de la izquierda en los últimos años, que la derecha sólo ha retocado-, por considerar que no sólo no ha creado el empleo buscado, sino que su exceso de flexibilidad ha dañado a las clases bajas.

Ségolène Royal se adentra así en un camino político muy al estilo de la tercera vía de Tony Blair, a quien dice admirar y con quien comparte una cierta vena autoritaria. Sus propuestas en materia de seguridad -un terreno en el que la izquierda siempre se ha sentido incómoda- han recibido un amplio apoyo en la opinión pública, no menor entre los votantes socialistas que entre los de Le Pen o los seguidores del actual ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, la personalidad a batir en la carrera al Elíseo y cuyo monopolio sobre el debate sobre la seguridad quiere romper Royal.

Pese a que parezca una cara nueva, es una política de larga trayectoria, que representa la renovación de su partido y puede que también de la política en Francia. Por el momento, va por delante de todos los demás en los sondeos, aunque todavía no ha logrado convencer al Partido Socialista (PS), cuya plataforma electoral, tras un intenso debate del Comité Nacional y las componendas de François Hollande -primer secretario del PS, su compañero y padre de sus tres hijos-, reparte un poco para cada una de las tendencias y deja claro que los socialistas no convocarán un nuevo referéndum sobre la Constitución europea (el tema que los dividió), sino que impulsarán un nuevo tratado meramente institucional, con lo que han dado una cierta sensación de unidad.

Ségolène Royal no ha ganado, pero tampoco perdido con este programa común socialista. Aún le quedan las primarias en su partido para el otoño. Sabe que necesita al PS, pero que su fuerza está más allá, y que al final, si gana, será sobre la base de una coalición más amplia. Pero sea candidata o no, gane o no, el efecto Ségolène ha despertado a Francia.

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