Entrenadores sin palabras
La FIFA prohíbe a los traductores sentarse en el banquillo, lo que afecta a cuatro técnicos
Cuatro seleccionadores nacionales están condenados por la FIFA a dar un espectáculo de mímica y gritos incomprensibles durante los partidos de sus equipos. Los brasileños Zico, de Japón, y Marcos Paquetá, de Arabia Saudí, el croata Branko Ivankovic, de Irán y el holandés Dick Advocaat, de Corea del Sur, que no hablan el idioma de sus jugadores, no podrán contar con la ayuda de traductores. La FIFA prohibió la presencia de éstos en el área técnica de los banquillos en los partidos del Mundial. "Solicitamos la presencia de un traductor para impartir instrucciones durante el partido, pero la FIFA nos impide tener una buena comunicación con los jugadores", protesta Paquetá, entrenador de la selección saudí, rival de España. Zico no entiende las razones de la FIFA: "Han tomado una decisión que nos perjudica claramente, sobre todo porque la FIFA aceptó los intérpretes en la fase de clasificación". La FIFA quiere limitar el número de gente en el banquillo para reducir las protestas.
Para solucionar el problema de comunicación, los entrenadores están valorando mejor a los jugadores políglotas, lo que demuestra que los idiomas pueden abrir oportunidades profesionales también en el fútbol. Paquetá, a la hora de definir cómo juegan los futbolistas saudíes, dice que el veterano delantero Al Jaber es "buen jugador y habla portugués". Zico dice que pedirá ayuda al lateral Alex Santos, brasileño nacionalizado japonés, y al centrocampista Hidetoshi Nakata "porque habla italiano", idioma que domina también el seleccionador desde sus tiempos en el calcio. Advocatt no podrá contar con "la buena herencia" que le dejó Hiddink, un excelente traductor de coreano y holandés. Y el seleccionador iraní Branco Ivankovic perdió el apoyo del traductor Reza Chalengar, un especialista en persa y serbocroata.
Zico dice de su traductor Kunihiro Suzuki: "Es mi amigo, mi voz en Japón y mi sombra". Suzuki acompaña al seleccionador desde 1991, cuando Zico empezó a jugar en el equipo japonés Kashima Antlers. Es un traductor muy especial porque no se contenta con transmitir lo que dice Zico, sino que le imita los gestos, las muecas y el mismo tono en que habla su jefe. El comportamiento de Suzuki es fundamental para Zico "porque traduce mis palabras, mi filosofía y hasta mis pensamientos". Suzuki confiesa que sólo no es literal en la traducción cuando censura algunas tacos. "En Japón no decimos tantos", sostiene.
Suzuki habla portugués porque es un aficionado enloquecido por el fútbol brasileño. A principios de los 70, con 15 años, intentó viajar a Brasil de polizón en un carguero, para "conocer a Pelé", pero fue apresado. Cuatro años más tarde, cumplió su sueño de vivir en Río de Janeiro y acabó enamorado del fútbol de Zico. Pero el ex jugador brasileño cuenta que su traductor cometió un "error casi fatal" en su primera visita a Maracaná. Compró una camiseta del Flamengo, con el 10 de Zico en la espalda, y entró en el estadio por la puerta equivocada. Acabó en medio de la torcida del gran rival, el Vasco da Gama, y se salvó de una paliza "porque los aficionados entendieron que era un turista japonés despistado", afirma Zico, riéndose de su traductor.
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