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Columna
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Alguien no quiere fútbol

Un grupo de señoras ha creado la asociación Mujeres por una España Sin Fútbol (MESF). Como suena. Irrumpen con un decálogo airado y tremendista en la Red (www.nomasfutbol.es). Partiendo de que "el césped es para las vacas", llegan a reflexiones variopintas, alguna de ellas inquietante: "Echaremos todos los balones fuera; romperemos una pelota por cada balón en casa". Proponen sus reglas de juego: "Por cada hora de fútbol en casa, tendremos derecho a dos horas de Mujeres desesperadas y/o Sexo en Nueva York... Cada gol de la selección será compensado con una tarde de compras sin límite de tiempo y gasto". Rematan su cabreo exigiendo el control absoluto del mando a distancia. Y pretenden organizar un referéndum nacional contra el balompié. Lo tienen claro, pues.

Madrid, gracias al cielo o a quien fuere, no se ha dejado amilanar por semejantes coacciones; todo lo contrario. De hecho, ayer comenzó en el estadio Teresa Rivero, de Vallecas, el IV Mundialito de la Inmigración y la Solidaridad. Participan 528 jugadores de 24 países y cuatro continentes, todos residentes en la Comunidad. El campeonato finalizará el 17 de julio. Parece que Ecuador y Brasil son favoritos. Los ecuatorianos parten con la moral bien alta por el triunfo en Alemania, el viernes, de su equipo nacional sobre los polacos. Los paisanos del papa Wojtyla residentes en Madrid (que son unos cuantos) paseaban esa noche su melancolía por diversos barrios de la capital. Los ecuatorianos, en cambio, que son bastantes más aquí, llenaron la madrugada de alegrías y folclor.

Mujeres por una España Sin Fútbol debieran sopesar serenamente si merece la pena meterse en berenjenales que no conducen a parte alguna. Además, esos ideales van a ser radicalmente contestados o despreciados no sólo por los varones, sino también por multitud de féminas enganchadas al balompié. Vete cualquier tarde al Calderón o al Bernabéu y constatarás que las mujeres, en cuanto a gritos, pasión, insultos y éxtasis, no tienen nada que envidiar al género masculino.

Las portavoces de MESF utilizan seudónimos en previsión de posibles represalias. En algo llevan razón: "Una cosa es la afición y otra la obsesión". Allá cada cual. ¡Vivan el Mundial y el Mundialito!

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