A 20 sillas por segundo
Cada Mundial tiene su imagen, con frecuencia alejada del balón: el lanzamiento de confetis en Argentina 78, la ola de México 86 o el corte de pelo de Ronaldo (Corea-Japón 02). La peluquería del brasileño aún no ha merecido un estudio científico (ni una querella criminal del gremio), pero sí la ola humana. Tamas Vicsek, de la universidad húngara Eotvos, y otros profesores europeos analizaron 14 vídeos de olas humanas producidas durante el torneo mexicano.
La investigación, a diferencia de otras, no se basó en estudios de psicología de masas, sino en simulaciones en computadoras incorporando las leyes de la Física. En lugar de estados emocionales, los científicos midieron distancias, tamaños y velocidades.
La conclusión es que basta un par de docenas de personas para iniciar una ola en la que intervendrán decenas de miles de espectadores. Una vez en marcha, se desplaza a 12 metros por segundo o, lo que es lo mismo, a 22 asientos por segundo. Generalmente en dirección de las agujas del reloj, aunque el estadio de los Juegos Olímpicos de Sidney tiene el récord de la mayor ola (110.000 personas), en sentido contrario a las agujas del reloj y con dos a la vez (fuente www.wikipedia.org).
Vicsek, que ya ha cumplido los 58 años de edad, tiene una completa página en Internet (http://angel.elte.hu/~vicsek/). Entre el material disponible hay un juego donde podemos reproducir una ola según los parámetros que le demos (velocidad, dirección, número de público).
El pánico de las masas
El estudio puede parecer una broma a primera vista, pero no lo es tanto si recordamos, por ejemplo, los muertos en el estadio Heysel en la final de la Copa de Europa Juventus-Liverpool o las trágicas avalanchas de la peregrinación a la Meca.
Vicsek cree que el estudio de movimiento de masas puede ayudar a prevenir tragedias de este tipo. El detallado artículo, plagado de fórmulas, fue publicado en 2002 en la revista científica Nature (la foto de portada para ilustrar el pánico era un encierro de San Fermín). Quién sabe si un día Vicsek ganará un premio Nobel de Física, como lo ganó en Economía John Nash por su teoría sobre el juego.
Pero mientras se reconocen los méritos de este profesor húngaro, el presunto autor de la ola se desgañita en su casa. Resulta que la ola no nació en México en 1986, sino en Oakland seis años antes, gracias a un forofo del equipo local de béisbol.
George Henderson, el Loco, aporta un montón de pruebas (www.krazygeorge.com) de su trabajo como cheerleader profesional en Estados Unidos y de la invención de The Wave. Al final, el lenguaje del fútbol es tan universal que si unos tienen al Loco George, nosotros tenemos a Manolo el del Bombo, Con la diferencia de que Manolo nunca patentará el bombo y, sobretodo, nunca se llamará cheerleader.
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