Examen inglés
Inglaterra, tras una trayectoria decepcionante desde 1966, levanta de nuevo grandes expectativas con jugadores en su mejor momento
Nunca había levantado tantas expectativas Inglaterra, que arranca en el Mundial sin Rooney, su joven prodigio, y con un equipo notable. Nombre por nombre, sus jugadores se encuentran casi todos en su mejor edad y en la cima de su prestigio. Ya no es el equipo tapado por el fulgor mediático de Beckham. No lo está porque no lo necesita. En este Mundial, la figura de Beckham casi ha regresado a lo terrenal. Ya no es la ubicua imagen comercial que estragaba en el Mundial 2002. Ahora es un jugador. Muy famoso, pero jugador. Cualquiera sabe que no es el mejor futbolista de Inglaterra y que a su alrededor ofician centrocampistas más destacados que él. Gerrard, Lampard, Rooney y probablemente Joe Cole han hecho un gran trabajo para Beckham. Le han convertido en el especialista que es, un interior con un extraordinario pie derecho, un mago de los centros. Con los mejores presagios desde 1966, Inglaterra tendrá que terminar en Alemania con su decepcionante trayectoria en los Mundiales. Si no lo consigue, la frustración de sus aficionados sería más dolorosa que nunca. No tendrá un debut sencillo. Le espera Paraguay, equipo que tiene la habilidad de complicar la vida a cualquiera.
Paraguay no sólo mide el nivel futbolístico de su rival, sino su estado nervioso
Paraguay ha acudido a los últimos Mundiales sin mucho ruido y con jugadores expertos. Durante años dependió de su defensa y de la personalidad del portero Chilavert. En el Mundial de 1998, los franceses sudaron sangre para eliminar a los paraguayos. Es de esos equipos que miden no sólo el juego del rival, sino su estado nervioso. Inglaterra, que nunca ha sido el más paciente de los equipos, tiene grandes obligaciones en esta Copa del Mundo. Puede caer en el error de la impaciencia y descubrirse errores que desde fuera no se aprecian. El juego corto y moroso de los suramericanos siempre ha generado dificultades a los ingleses. No debería ocurrir en esta ocasión. En Inglaterra comienzan a ver equipos especulativos, como el Chelsea o el Liverpool, más armados desde la táctica que desde el impulso. El ejemplo del Arsenal también ayuda a pensar que el fútbol de toque también tiene acomodo en la Liga inglesa. Si todo esto ha tenido alguna consecuencia, se verá a partir de hoy.
El problema de Inglaterra durante el periodo Eriksson ha sido una cierta falta de identidad. El entrenador ha frenado algunas de las principales características de sus jugadores -la naturaleza ofensiva, especialmente- para privilegiar la táctica en su parte más defensiva. Inglaterra no puede jugar como Italia, aunque a Eriksson se le olvide. Es un equipo demasiado sujeto, demasiado contenido, para lo que representan jugadores como Gerrard, Lampard, Rooney y Beckham. Por eso fracasó en el Mundial 2002 -Inglaterra sucumbió ante Brasil, que jugó con diez jugadores la mayor parte del encuentro- y volvió a defraudar en la Eurocopa de Portugal. No estuvo en las dos ocasiones a la altura de la categoría de sus jugadores. A Eriksson le corresponde parte de esa factura.
En Alemania no tendrá que preservarse. Sabe que abandona la selección. Está en condiciones de permitirse una alegría. No ha sido su carácter, pero lo mismo sorprende. Sufrirá la ausencia de Rooney durante la mayor parte del torneo. No es un problema cualquiera. Eriksson tendrá que tomar una decisión difícil: colocar a Gerrard en la media punta o jugar con dos delanteros, el altísimo Crouch y el astuto Owen. Ninguno de los dos está para marcar diferencias frente a los grandes equipos. Ante Paraguay se verá la ruta que ha elegido el seleccionador inglés. Enfrente se encontrará con un equipo donde Valdez destaca como goleador. Se ha consagrado en el Werder Bremen y en la Bundesliga. Los demás son casi todos conocidos: el veterano Gamarra, el centrocampista Paredes y el enigmático Acuña. Apenas juega desde hace tres años, pero en la selección paraguaya es capitán general.
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