Cárceles
Al poco de que cerraran la Modelo de Valencia, un periódico invitaba a sus columnistas habituales a proponer ideas para reciclar el viejo edificio. Sin recordar los términos exactos de mi aportación, no creo que fuera muy original al postular que las tétricas galerías deberían ser usadas para evitar que la gente acabe con sus huesos en otras mazmorras, por modernas que sean. ¿Pedía escuelas? Sí, pero no sólo eso, porque cualquier equipamiento social encaminado a inyectar dignidad y autonomía en las personas será por fuerza eficaz instrumento de integración y de disuasión.
El vecindario de Nou Moles, Arniches y Fuensanta pide un instituto, un centro de salud; necesita más guarderías y menos volumetría especulativa que la planeada a base de torres, consellerías, locales comerciales y gestión privada de este espacio público (cuya rehabilitación va a costar una verdadera millonada, que por cierto no tenemos) conocido como Complejo 9 d'octubre.
Afinando más, ahora que el gurú de la sociología ultraderechista Amando de Miguel ha oficiado de invitado de honor para decirnos en sede parlamentaria lo criminales que son los inmigrantes (Acebes, Rus y otros le respaldan) tampoco quedaría mal que en las antiguas celdas de aislamiento se construyeran apartamentos para vaciar los refugios improvisados y los puentes del viejo cauce; y centros de idiomas y de formación profesional, y cines y teatros... Frente a la emblemática prisión de Barcelona se pasean las antorchas libertarias pidiendo "derribar la Modelo para no construir otra", pero todo el mundo sabe que esta utopía jamás se realizará. Los calabozos no están precisamente llenos de angelitos, y aquí no se discute si el mundo les ha hecho así (que sin duda) sino cómo lo haremos el resto para deshacer lo que el mundo les hizo, e impedir que se lo vuelva a hacer a nadie más.
En el primer caso, recordemos el no por viejo menos cierto y humanitario consejo de la que fuera responsable de presidios Concepción Arenal: "Odia el delito, compadece al delincuente". En los penales valencianos hay 6.000 personas hacinadas y 60.000 en toda España; más de la mitad de la población es "repetidora". El 82% son drogodependientes, un tercio tiene hepatitis C y el 15% portan el virus del sida. Además, los juicios rápidos impiden detectar un alto número de patologías mentales, pero apenas hay profesionales ni centros terapéuticos (el personal sanitario de Picassent mantiene encierros en protesta por la falta de medios). La trena es el lugar donde la sociedad aparca y oculta sus propios fracasos.
Muros afuera solo recibimos noticia de los crímenes cometidos durante permisos carcelarios. Pero por cada reincidente, dos vuelven a su hora. Y solo delinque un penado en régimen abierto de cada diez. En la India hay una enorme penitenciaría con 10.000 habitantes y la inspectora general Kiran Bedi asegura que para la reinserción les ha ido bien la vispassana, una técnica de meditación budista. En nuestra cultura también tenemos experiencias esperanzadoras: en Villabona (Asturias) han firmado un contrato con los "inquilinos" de una sección donde ya no se trapichea ni se agrede.
Y los funcionarios y funcionarias ya no son monstruos sino guías en un nuevo camino que además recorren, aún tropezando de vez en cuando, al mismo paso: nunca, nadie, es irrecuperable. Sería como mantener que el cáncer no se cura.
Por muchos encierros que construyamos, y por mucho que gastemos en ellos, siempre se llenarán más deprisa y se deteriorarán más rápido. Porque no queremos chorizos (sin cuello blanco) por la calle. Ni que sean ex. Más allá del indulto folclórico en Semana Santa, exigimos endurecimiento de condenas y que cuanto más tarde se les dé la suelta, mejor. Pero... ¿cómo están, cómo salen y hacia dónde?
Pues es que igual va y les da por venirse a pasear por la antigua Modelo, chabolo clausurado, viejo almacén de despojos humanos. En ella encontrarán centenares de oficinas gubernamentales, flamantes, pero que no les ayudarán a conseguir papeles, ni trabajo ni casa. Y apetitosas galerías comerciales.
¿Podremos exigirles, entonces, que no sucumban ante la tentación?
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