Hinchas

Cuando llegue el primer partido de la selección española estaremos saturados de retórica patriotera y de sentido hincha de la vida. La nueva topografía televisiva ha multiplicado los altavoces y propicia una competitividad futbolística que le exige mucho al aficionado. Incluso un comentarista como el ex portero Julen Lopetegui cayó fulminado en un plató de La Sexta, dicen que por una bajada de presión, aunque sospecho que se asustó al pensar en lo que se le venía encima y desfalleció, que es como fallecer un poquito. En el informativo de Gabilondo (Cuatro), en cambio, salió gente de la calle opinando sobre cómo quedará España y, al llegar la publicidad, Casillas disfrazado de ángel de la guarda y una guarnición de periodistas y presentadores de la cadena que, poseídos por el espíritu de Manolo el del Bombo, han cruzado la frontera que debería distinguir al emisor del receptor.

Pero hubo más. En el Telediario (TVE) vi al presidente Zapatero recibir a los jugadores de la selección. Muy distendido, opinó sobre Iniesta y Raúl y dio más explicaciones sobre sus gustos deportivos que sobre temas de Estado casi tan acuciantes como la selección. La Sexta o Cuatro deberían fichar a Zapatero como comentarista: su optimismo, no siempre justificado, podría resultar útil en caso de desastre. Más tarde, La Sexta recuperó el histórico partido España-Malta de 1983 y el paso del tiempo nos dejó la sombra de una duda: ¿y si aquella proeza fue, en realidad, un tongo? No hubo descanso. En Enfoque (La 2) se atrevieron con un enunciado ucrónico: ¿Puede España ganar el Mundial? Uno de los invitados era Cándido Méndez, que soltó una de esas frases que te hace parecer más inteligente de lo que eres: "El fútbol es una metáfora de la condición humana" (añado: el sindicalismo también). Tanto preparativo, tanto reportaje sobre concentraciones, tanta pachanga tratada con honores de final, tanta tertulia de expertos me hacen temer lo peor: que cuando empiece el espectáculo de verdad ya no nos queden energías para disfrutarlo.