Mejoría efímera

Si España se distingue por algo en el panorama internacional, es sin duda por la calidad de su amplia nómina de centrocampistas de toque. Un centro del campo formado por Xabi Alonso, Xavi, Cesc y Reyes, con la ayuda de Raúl y la posterior incorporación de Iniesta, es prácticamente irrepetible. Pues bien, bastó que se juntaran unos minutos en la segunda parte para que el juego de España, muy chato en la primera, inyectara ciertas dosis de optimismo entre su hinchada. Alguna luz. Fue efímera, eso sí, pues el combinado de Luis careció de consistencia y acabó dominado en el último cuarto por Egipto, un campeón de África muy blando en las dos áreas. Su portero regaló el primer gol a Raúl y sus delanteros devolvieron un regalo de Casillas, que le había pasado el balón a Terika sin que éste supiera qué hacer con él. Después, Casillas salvó brillantemente, a lo Gordon Banks, un cabezazo de Ali.

El tanto de Raúl animó al cuestionado capitán, que pasaba un examen, y le renovó los galones

Tras el ensayo fallido de la semana pasada ante Rusia, Luis arrumbó el 4-3-3 y pasó a un clásico 4-4-2 en rombo donde Raúl ocupó el pico atacante de esa figura geométrica. Su misión era dar el último pase y entrar a rematar sorprendiendo desde la segunda línea. Cumplió en ambos casos, pero más en el segundo que en el primero. No es el mejor pasador español, para eso están Xavi, Iniesta o el ausente De la Peña, pero sí conserva parte de ese instinto depredador por el que hizo fortuna.

Seis meses y siete días después, el capitán español volvió a marcar con la selección: pescó un rechace al borde del área pequeña tras una pésima intervención del meta El Hadari, que despejó hacia el corazón de su área un disparo lejano y con la derecha del zurdo Antonio López.

El Hadari era incapaz de atajar ningún balón. Una invitación permanente al gol poco explorada por los españoles. El tanto, en cualquier caso, animó al cuestionado Raúl, que pasaba un examen, y le renovó los galones para explicarle de buenas maneras a Torres cómo era aquello de defender. "Tienes que presionar por aquí", le indicó con aire pedagógico.

Luis piensa que el centro del campo de España toca mejor la pelota que Brasil, pero no fue el caso. Al menos en el primer tiempo. Mientras en los laterales del rombo ni Cesc ni Senna acaban de tomarle el pulso a esa nueva posición para ellos, dos mediocentros abiertos a los interiores, Albelda fue el único que proclamó sus convicciones como medio de cierre. Marcó el estilo entrando como un búfalo para cortar el balón o la internada del rival si se daba el caso. Y se dio: le dio tres patadas al pequeño capitán egipcio Hasan, mejor jugador de la pasada Copa de África, y a la tercera vio la tarjeta.

En efecto, los laterales subieron más por su banda como les había pedido reiteradamente Luis durante la semana. Se prodigó, sobre todo, Antonio López, con la sombra de Pernía en la espalda, e incluso Sergio Ramos, que suele centrar muy plano, practicó un par de roscas.

Los dos delanteros, sin embargo, se sintieron poco nutridos y se buscaron la vida en jugadas individuales demasiado forzadas. Ante la exaltación de la tribuna de periodistas egipcios, el campeón de África estuvo a punto de empatar en varias ocasiones, pero sobre todo en una en que Puyol ejerció de druida al sacar, desde el suelo y de manera inverosímil, un remate muy franco de gol de Nabi.

A la media hora, España se sumergió en la modorra y Luis mandó calentar a Xabi Alonso, Xavi y Reyes, que entraron en la segunda parte. Y España empezó a tocar, ahora sí, con la clase que se le supone. La que le proporcionaron Xabi Alonso y Xavi, que dieron la bendición al balón. Y Reyes, que lo hizo volar majestuosamente hasta colarse por la escuadra de la estatua El Hadari.

Luis quiso que Raúl se llevara la ovación que le tributó el agradecido público ilicitano. Casillas asumió el protagonismo en el tramo final. Erró en un despeje que se convirtió en pase a Terika que éste no aprovechó. Y poco después voló hacia su lado izquierdo y sacó espectacularmente un cabezazo cruzado de Ali.