Asignaturas pendientes en México
Déficit, inflación y reforma fiscal esperan al ganador de las elecciones del 2 de julio
Las elecciones mexicanas del 2 de julio llegan en tiempos de agitación en América Latina, por sucesivas revueltas populares que acabaron con gobiernos fracasados y la llegada al poder de nuevos líderes de verbo revolucionario dispuestos a cambiar las reglas del juego. En los últimos 10 años, nueve presidentes no pudieron terminar su mandato, y desde que el sindicalista Luiz Inácio Lula da Silva, fundador del Partido de los Trabajadores (PT), ganó las elecciones presidenciales en Brasil de 2002, las urnas han confirmado en diversos países que soplan vientos de cambio en Latinoamérica.
Peter Hakim, presidente del Diálogo Interamericano, sostiene que el mayor peligro que se cierne sobre la democracia en América Latina no es la existencia de políticos demagogos, o de militares con ambiciones desmedidas, o de ideología autoritaria, sino la incapacidad de los gobiernos democráticos para hacer frente a las más importantes necesidades de sus ciudadanos.
En este contexto, llega la hora de México, el otro gigante de la región junto a Brasil. La especial importancia que los analistas otorgan a las elecciones en el vecino del sur de EE UU tiene que ver con un hecho insólito en la política mexicana desde la revolución: un político izquierdista y populista para unos, esperanzador para otros, podría ser el presidente de la República del próximo sexenio, según han pronosticado las encuestas desde hace meses. Andrés Manuel López Obrador, ex alcalde de la ciudad de México y líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD), se presenta, no sin cierta aureola mesiánica, como el candidato de los pobres, la inmensa mayoría en México. Sus adversarios le temen y han desencadenado una campaña que presenta a López Obrador como la versión mexicana del venezolano Hugo Chávez.
A un mes de las elecciones, la clara ventaja del ex alcalde del Distrito Federal se ha esfumado y las últimas encuestas le sitúan prácticamente empatado con el ex ministro de Energía Felipe Calderón, del oficialista Partido de Acción Nacional (PAN, derecha). En tercer lugar figura Roberto Madrazo, un dinosaurio de la política mexicana que ha hecho toda su carrera en las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó durante más de 70 años y que hoy vive las horas más bajas.
Después de décadas con el priismo en el poder y de seis años del primer Gobierno del PAN con el presidente Vicente Fox, México tiene importantes asignaturas pendientes para impulsar el desarrollo en todos los ámbitos. Una de las paradojas mexicanas es que, a pesar de que el país está abierto al mundo gracias al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, y a otras alianzas comerciales, la economía mantiene varios cuellos de botella que son una barrera para el desarrollo. Son los monopolios, tanto públicos como privados.
El sector energético, con Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y gigantes como Telmex (telecomunicaciones), Cemex (cementos) y Televisa (audiovisual) son, en la práctica, consorcios que frenan la competitividad y empeoran la calidad de productos, bienes y servicios, según considera el profesor estadounidense George Grayson, especialista en México y autor de una biografía crítica de López Obrador. "India y China están creciendo de una manera formidable, hasta el 8% y el 9%. México creció al 5% el primer trimestre del año, gracias al precio de petróleo y a que el Gobierno gastó mucho dinero para la imagen de su candidato", señala Grayson. El pronóstico de crecimiento para este año no supera el 3,6%. "Los rivales de México no son Guatemala, Ecuador o Argentina. Los rivales están en Asia, India, China, Taiwan, Singapur. El capital se mueve en un abrir y cerrar de los ojos. México está perdiendo terreno", añade.
La falta de competitividad va acompañada de gastos bajos en educación y salud, y de las dificultades que tiene el Estado a la hora de recaudar impuestos. Sin contar el petróleo y la electricidad, el ingreso oscila entre el 10% y el 12% del PIB. "Las exenciones son habituales y la corrupción es tan profunda que no hay dinero suficiente para educación y salud pública. Las élites viven como príncipes. Los políticos ganan salarios fantásticos, hay alcaldes que ganan casi tanto como el presidente", subraya Grayson, que menciona el ejemplo del gobernador de Baja California Sur (medio millón de habitantes), que "gana más que el gobernador del Estado de California en Estados Unidos, con 36 millones de personas". Estos datos contrastan con la realidad social de México, donde el 10% de la población controla el 40% del dinero.
Más que por la temida alianza del posible futuro gobernante de México con Chávez o Fidel Castro, las elecciones del 2 de julio son importantes para atacar problemas como el manejo de la economía, el déficit presupuestario, la inflación y la emigración a EE UU.
Promesas de última hora
En vísperas del esperado debate electoral del martes, al que esta vez sí acudirán los cinco aspirantes a la presidencia, las promesas de los candidatos se disparan. Andrés Manuel López Obrador ha propuesto un aumento del 20% para los 18 millones de familias que ganan menos de 9.000 pesos (800 dólares) al mes. El incremento será posible, afirma, con una rebaja de las tarifas energéticas y subsidios en efectivo.
Por su parte, Roberto Madrazo promete eximir del pago del impuesto sobre la renta a quienes ganan entre 8.000 y 10.000 pesos al mes. Según sus cálculos, los beneficiados ahorrarán 1.000 pesos mensuales. "El despilfarro de López Obrador lo pagaríamos muy caro los mexicanos", ha replicado el candidato del PAN, Felipe Calderón, que propone un esquema tributario de tasa única.
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