Ecos de Alfonso X el Sabio

Impresiona sentirse huésped de estas piedras seculares donde pasara su infancia el rey Alfonso X el Sabio y pudo iniciarse en la escritura de las Cantigas de Santa María. Así de galante despuntó en el siglo XI el castillo de Maceda, que entre sus muros acoge hoy un hotel para escapadas de interés monumental.

La indefinición del Ayuntamiento acerca del proyecto de rehabilitación -al principio se pensó en convertirlo en un espacio cultural- ha impedido acondicionar plenamente sus instalaciones al uso hotelero actual. Junto a otras carencias arquitectónicas, cuya autoría corresponde al arquitecto Manuel Seoane, el establecimiento sólo ofrece seis habitaciones, y así cuesta trabajo rentabilizar sus servicios. Las estancias son exiguas, con una insonorización deficiente. La cubierta de zinc apenas ofrece la inclinación suficiente para escurrir el agua y aparece mal engatillada sobre los muros, lo que causa no pocas humedades. Su decoración amalgama objetos en ocasiones banales y muebles desafinados. Y la ducha funciona a espasmos, a ratos fría, a ratos caliente.

Lo que salva el castillo es la acogida de Javier Palomares y allegados, cuyo abecedario turístico comienza en la visita guiada de la torre del homenaje -el actual comedor- y sigue con una charla por sus pasadizos y estancias nobles. Embarcados en la aventura de gestionar un hotel tan pequeño y recóndito, contagian enseguida su entusiasmo. Bajo la pérgola encastrada en uno de los baluartes se domina parte de la Ribeira Sacra y sus viñedos míticos.