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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bienvenidos al mercado irreal

En las sesiones dedicadas a la fotografía contemporánea de las subastas de Phillips de Pury, el pasado mes de marzo, el lote más caro lo firmó Andreas Gursky, en la obra EM, Arena I, 2000, la famosa imagen de un campo de fútbol donde el objetivo del artista parece haber caído en el fuera de juego. Un coleccionista privado pagó por él 292.000 dólares. Si lo comparamos con los precios del juego de treinta copias (1/50) de The Brown Sisters, de Nicholas Nixon, uno de los retratos en serie más importantes de la fotografía contemporánea (180.000 dólares), y con el Eggleston Greenwood Mississippi, 1973 (114.000 dólares, 10/21) se ve que las subastas, si bien son el termómetro del mercado, también provocan fiebres e infecciones.

CHEMA ALVARGONZÁLEZ

Galería Carles Taché

Consell de Cent, 290. Barcelona

Hasta el 18 de junio

Los récords de las subastas favorecen a los galeristas que esperan la llamada a la puerta para llenar las salas de los museos. Hoy todos los artistas quieren tener su segundo de gloria a golpe de mazo, buscan un estilo, una marca propia. Grandes formatos e imágenes frías definen el modelo fotográfico institucional. Si con Duchamp, el espectador era el hacedor de la obra artística, ahora las grandes fortunas han devuelto el aura a la copia. No es el caso -de momento- de Chema Alvargonzález, artista andaluz (1960) que trabaja entre Barcelona y Berlín. Empezó en la pintura, siguió con las instalaciones donde los tubos de neón y la poesía de las ruinas remitían a cierta nostalgia urbana. Berlín era y es eso. Alvargonzález desarrolló por entonces su lenguaje expresivo. Siguieron las cajas de luz encerradas en vetustas maletas, una seña de identidad del artista. Su empeño ha sido retratar la ciudad en su proceso de transformación. La ciudad mercurial, el aeropuerto, el viaje.

Hay un reforzamiento de lo formal-digital en estas cajas de luz que presenta en la galería Carles Taché. De manera que lo que en anteriores trabajos hacía referencia a la memoria, al pasado visible, la añoranza, ahora se abunda en la irrealidad del cambio. Los vídeos que acompañan a estas imágenes remarcan una histérica presión neotecnológica. Alvargonzález se ha eximido de luchar por la autenticidad. Su ansiedad es otra. En su provecho, decir que en una de éstas, puede que algún multimillonario coleccionista caiga en la cuenta de que todavía hay mucha clientela que convencer para alimentar a la bestia y decida poner estos trabajos de moda.

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