La fuga de Négone

Si eres un loco de los videojuegos, y tu hijo más, entra en esta cárcel. La prueba de que sois buenos: salir para contarlo.

Corre el año 3010 y esto es Mazzinia, una cárcel infranqueable. La consigna es salir de aquí, como sea. La estética es alucinante: ruidos atronadores, bocinas, alarmas y humo indican que éste no es un sitio cualquiera. Ya por fuera Négone impresiona, en plan pagoda china. El hall está lleno de niños, padres, tíos y primos que se preguntan qué es esto del videojuego interactivo. La emoción sube por la garganta de todos. Entregan el kit, que incluye una consola que te sujetan a la muñeca y la información necesaria para jugar. La cara de susto de los primerizos se nota a la legua.

La primera sala-pantalla donde caemos es el vertedero orgánico de la cárcel. Una plataforma que gira y varios pasillos con teles planas. Pronto se advierte que en este sitio no vale ningún despiste. Desde las pantallas de cada sala no salen más que imágenes, ruidos y voces que te llaman. Activándolas con la consola que te dan en la entrada, unos piratas informáticos facilitan las herramientas para salir con vida de allí. Pero si fallas, ya se encargarán los carceleros de buscarte la salida. Según pasas las pantallas, todo se complica y las risas nerviosas de los niños se oyen cada vez más seguidas. La concentración al responder tiene que ser máxima y este es uno de los mejores consejos para todos, sobre todo para los adultos. Porque tu hijo averiguará antes que tú alguna respuesta y no será la última vez que lo haga. La tensión va en aumento según atraviesas las pantallas haciéndote sentir cada vez más inmerso en una fortaleza que parece inexpugnable. Y lo es, a menos que seas tan audaz como cuando juegas con la "play". Fuera, os espera la libertad.