"Nunca me sentí tan vacío"

Antes del gol del empate del Barça, el Arsenal estaba fundido. Lo demostró Henry al ir a patear un córner. El árbitro paró el cronómetro para que atendieran a un lesionado y hubo unos instantes de calma. Henry no pudo esperar de pie en la esquina. Se inclinó y se puso en cuclillas. Apoyó una mano en el suelo y abrió la boca lo más que pudo para respirar. Se le vio agitado intentando que el oxígeno le llegara a la sangre. Jugar con diez desde el minuto 20 había desgastado al equipo inglés. El capitán no era una excepción. Tras el partido, su diana preferida fue la diana de todos: el árbitro noruego Terje Hauge.

"Me han pegado por todos lados", dijo; "Márquez y Puyol debieron recibir una tarjeta amarilla en algún momento. El árbitro no lo hizo y con ese colchón los defensas del Barcelona siguieron jugando duro".

Y añadió: "Cuando íbamos perdiendo por 2-1 miraba el reloj y me preguntaba: 'No puedes hacer algo?' Nunca he terminado un partido sintiéndome tan vacío".

A partir de ahora, Henry medita sobre su futuro. Su contrato con el Arsenal ha concluido y se le atribuyen cuatro pretendientes. Primero el propio Arsenal, que quiere renovarle; luego el Barcelona, que fue el primero en interesarse esta temporada por contar con sus servicios; y por último el Madrid y el Milan.

Dejar el Arsenal no será fácil para el delantero. El club de Londres le ha ofrecido seis millones de euros por temporada hasta junio de 2007. Esto le convertiría en el futbolista mejor pagado de Inglaterra. Más incluso que Ballack, que acaba de fichar por el Chelsea, y gana cinco millones anuales.

"No le debo nada a nadie", ha repetido Henry desde hace dos meses. "No le debo nada a los hinchas porque siempre lo he dado todo en el campo. Le debo todo a mi padre, Toni, que ha luchado para que tuviera éxito en el fútbol. A los hinchas del Arsenal no les debo la decisión sobre mi futuro porque elegir el destino profesional es una libertad fundamental de cada uno".

El partido cargó la mente de Henry de incógnitas y sembró su descontento y el de sus compañeros. Cesc Fábregas no fue la excepción. "En el fútbol tienes que jugar limpio", dijo el español. "Tienes que ganar de buenas maneras y ser honesto. Y en la final hemos visto a un jugador como Márquez dándole patadas a Henry todo el rato y el árbitro no ha hecho nada".

Tanta unanimidad hubo sobre la actuación del árbitro que el propio colegiado se autoinculpó y se mostró frustrado con su propia actuación. Ayer, en declaraciones a un periódico noruego, Terje Hauge dijo que se había arrepentido de expulsar al portero del Arsenal, Lehmann.

"Debería haber esperado unos segundos más", dijo, "para convalidar el gol del Barcelona y mostrar sólo una amarilla a Lehmann". Según Manuel Diaz Vega, director del Comité Técnico de Árbitros, Hauge, efectivamente, se equivocó. En todo momento debió dar la ley de la ventaja, conceder el gol de Giuly y, posteriormente, sacar la amarilla a Lehman, en ningún caso la roja.

"Todo ocurre rápido en el campo", aseguró Hauge; "y a mí me pareció que hubo contacto físico. Además, esto ocurrió en la zona de acción de mi juez de línea y no tengo motivos para dudar de su juicio".