"Dedico el título al sentido común"
Rijkaard, que ya fue campeón como jugador y entrenador, mantiene la serenidad en un vestuario eufórico
No había logrado ni un solo gol en toda la temporada pero el que marcó a Almunia ayer en París pasará a la historia tanto como el de Ronald Koeman en Wembley. Belletti, llevaba pocos minutos en el campo y cuando coló el balón por debajo de Almunia se tapó las manos con la cara, se arrodilló y se echó a llorar. Sus compañeros, que le reconocieron después la importancia que tiene en el grupo, elevaron una montaña encima de él mientras Rijkaard, empapado por la lluvía que cayó anoche sobre París, daba delante del banquillo saltos y levantaba los brazos como un molinillo como no se le había visto en la vida. La grada norte del Stade de France, vestida de azulgrana, liberó toda la tensión, todos los fantasmas de la derrota que vio tan cerca y empezó a creer en la victoria. El Barça apuró los 12 minutos hasta el final para conquistar el sueño que llevaba persiguiendo desde que el Dream Team lo lograra en 1992. Johan Cruyff, minutos después, en medio del delirio, paseaba después por la tribuna de prensa, empapado en sudor, afirmando: "¿Sufrido? No, no he sufrido nada", dijo radiante, seguramente sin decir toda la verdad. "Todo era cuestión de tiempo. Eso si: el árbitro ha estado horroroso".
"Ganar una 'Champions' es como ganar las elecciones. ¡'Visca' el Barça!", dijo Zapatero
El pitido final provocó una explosión de alegría mientras los jugadores atravesaban corriendo el campo de abrazo en abrazo. Valdés a Puyol, Ronaldinho, a Eto'o, Larsson, a Gio. El abrazo de Rijkaard a Valdés fue de película. Xavi y Puyol se acercaron a saludar a los jugadores del Arsenal y en especial a Cesc, desolados por la derrota tras tener la copa tan cerca. Sylvinho charló con Wenger. Situados ya en la tarima, con la música de la fanfarria de la Champions y con botes de humo de colores, Puyol elevó el trofeo en medio de la locura olvidando todo el sufrimiento pasado durante los 76 minutos que costó agujerear la portería del Arsenal. "Pero tampoco nunca le perdimos la cara al partido", dijo Iniesta, el liviano jugador, suplente de entrada, cuando se había ganado la titularidad a pulso, y que jugó la segunda parte de perlas. Deco hizo casi un ruego inútil: pidió a la afición que, después de que este equipo haya hecho historia, no lo olvide. "Todo ha sido muy bonito. Hemos hecho un gran partido pero al principio hemos tenido mala suerte porque cuando dominábamos nos han marcado un gol. Con trabajo y talento hemos podido darle la vuelta al a una situación adversa. Espero que este equipo pase a la historia y que esto no se olvide".
"Esto es lo más grande que hay. Teníamos el balón y sabíamos que era cuestión de tiempo", dijo después Ronaldinho. "Entramos en la historia del club. Henry es un gran jugador pero la noche es del Barça y de Belletti". Puyol, un hombre que difícilmente elude los tópicos, ejerció de capitán hasta las últimas consecuencias y se atrevió a decir: "Esta era del Barça empezó hace tres años. Nos lo merecemos todos". "Pues yo ya he pasado a la historia de México", añadió un exultante Márquez, que siempre recuerda a quien le escucha que es el primer mexicano que ha jugado una final; "vine a este club para ganar títulos y los he conseguido". Eto'o, más comedido, con su hijo Etienne en brazos y con una bandera de Camerún como capa, apareció relajado y añadió que valió la pena no jugar en Sevilla para pelear por el pichichi: "Estoy muy feliz por el gol. Había que buscar una fórmula para marcar. Ellos se han cerrado muy bien jugando todo el tiempo al contragolpe".
Frank Rijkaard, que ayer entró en el selecto grupo que reúne a los jugadore y entrenador que han conquistado la Liga de Campeones -es el quinto después de Ancelotti, trapattoni, Muñoz y Cruyff-, entró exultante en la sala de prensa. Fue recibido con aplausos y el devolvió el gesto con una sonrisa de oreja a oreja. "El primer pensamiento que me viene a la cabeza es que hemos ganado este año la Liga y la Champions y eso me hace muy feliz". Elegante como siempre, afirmó que el Arsenal había jugado un partido maravilloso y que el partido había sido terriblemente difícil. "El gol del empate ha sido muy importante", admitió. "Porque nos daba la posibilidad de entrar en el partido y seguramente al Arsenal se le ha empezado a romper algo". Y, como siempre, sorprendió cuando le preguntaron a quién dedicaba esta Copa de Europa ganada como entrenador. "Yo...", musitó con cierto pudor. "Se lo dedico al sentido común, que es una dinámica, una energía, que no se puede ver pero que está ahí. La vida está llena de momentos y hay que agradecer especialmente este". Introvertido como siempre y con cierto pudor, solo acertó a decir: "Cuando tienes la posibilidad y la suerte de ganar algo importante sientes una felicidad increible. Me siento feliz por ese sentido común: los jugadores han transmitido mucho hacia los socios y ellos al revés". Y, al final, no se olvidó ni siquiera de su mensaje de siempre: "Hay que seguir en esta línea de humildad, respeto por el oponente".
Por su parte, Cruyff ensalzó las capacidades de Henry como posible refuerzo del Barça. "Hoy Henry ha presentado su candidatura para jugar en el Barça. Lo juzgo por este partido. Pero hoy el fundamental ha sido Larsson". Joan Laporta, presidente azulgrana, que ni en sueños pudo imaginar ganar dos Ligas y una Copa de Europa, exultante, afirmó: "Este proyecto se consolida y se ha confirmado en esta final. Dedico el trofeo a todo el mundo". Y José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente del Gobierno, que al final vio un partido del Barça en directo, se metió hasta en labores de técnico: "La clave ha sido la entrada de Iniesta y Belletti. Estoy feliz por el doblete. El Barça es el mejor equipo de Europa". Y concluyó: "Ganar una Champions es como ganar las elecciones".
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