El Valladolid repite en la Copa

Juan Carlos Pastor, seleccionador nacional, campeón del mundo, entrenador del Valladolid, demostró que ha convertido los campeonatos breves en una especialidad. Sus equipos se comportan de un modo especial cuando las cosas se tienen que resolver en cuatro o cinco días. Lo hizo con la selección en el Mundial y en el Europeo y el año pasado, con su humilde Valladolid se llevó la Copa del Rey. Ayer repitió triunfo en Almería y se llevó por delante al reciente campeón de la Copa de Europa, el Ciudad Real, el equipo del banquillo profundísimo y trufado de estrellas. Pastor hizo otra muesca en el escenario que más le gusta, el de los torneos cortos, intensos y apasionados.

El Valladolid comenzó el choque embalado, desmintiendo la teoría de que su camino hacia la final, León y Barcelona, había sido más duro que el del cuadro manchego y muy pronto colocó alguna distancia decente en el marcador. Chema Rodríguez ejercía su papel, el del mejor director de juego del mundo, y la primera línea completaba un cuarto de hora sin apenas errores en los lanzamientos desde los nueve metros. Dujshebaev reaccionó, modificó casi por completo su equipo inicial, sentó a Fis, a Entrerríos, y colocó a Davis sobre Chema en una defensa adelantada. Davis, toda la vida en Valladolid, conoce de memoria los movimientos de Chema, su forma de actuar y sólo con eso los de Pastor se atascaron por completo. El Ciudad Real anuló la diferencia y la primera exclusión del pivote vallisoletano, Garabaya, a cinco minutos del final, comenzó a entregarle una ventaja que era corta pero que aparentaba comodidad.

El descanso lo modificó todo porque el Valladolid regresó al parqué con una tremendo ataque de intensidad defensiva que asustó al Ciudad Real. Pastor lo había ajustado todo, una defensa pegajosa sobre Kallman o sobre Stefanson, o sobre el cañonero que anduviese suelto en la primera línea. Ordenó que cualquier lanzamiento a portería llegase por bajo y picado para vencer la corpulencia del portero Sterbik. Se peleó con Gull por la precipitación del argentino en los lanzamientos, algo que le había costado buena parte de la final de la Recopa en Rusia. Y con Chema repartiendo fintas y quiebros a un lado y a otro el Valladolid apuntaló una diferencia que rondaba los cuatro o cinco goles hasta que el equipo manchego terminó por rendirse y contemplar la segunda victoria consecutiva en la Copa del Rey del Balonmano Valladolid.