Ni siquiera soy 'mileurista'
Tengo 26 años, soy licenciada y cuando me independicé, hace dos, cobraba 650 euros y compartía casa con una chica a la que había conocido dos semanas antes. Un año después, mi novio, becario precario, me dice que me vaya a vivir con él, y mi jefe me sube el sueldo después de cuatro años en la empresa, 100 euros más, aunque sigue sin pagarme las horas extra.
Ahora vivo con mi novio en una habitación, otra pareja en otra y otro chico más: en total, cinco personas, con un baño en una casa de 90 metros cuadrados. He leído cartas de gente que se pregunta cómo los "pobres inmigrantes" pueden llevar "una vida digna" con 900 euros al mes. Pobres inmigrantes y pobres nacionales también, por favor, que algunos ni llegamos a mileuristas.
Este domingo, si no tengo que trabajar, iré a la sentada para decir a los que tienen la obligación de invertir mi dinero en beneficios sociales, a los que determinan el sueldo base, a los que especulan con la vivienda y a quien me escuche que me gustaría tener la posibilidad de empezar a comprar un piso y tener niños antes de los cuarenta, que me gustaría que mi sueldo creciera conforme a los precios, que me gustaría poder cambiar de trabajo y no encontrarme atrapada, porque sólo me ofrecen contratos temporales. Hay tantas cosas que me parecen básicas y no funcionan, que deberían ir todos a contar las historias de sus hijos, nietos, amigos, sobrinos.
Esta juventud será la que les mantenga en un futuro, pero ¿cómo.
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