Falsear la realidad
A la cuarta, el CSKA campeón de la Euroliga. Son de estas cosas curiosas que suceden en el deporte. Tanto intentarlo, tanto fracaso anterior cuando el análisis de los equipos le apuntaban como favorito, y en esta ocasión van y consiguen su sueño ante un Maccabi que con la exhibición del viernes ante el Tau se había ganado la consideración unánime de favorito. Pero los rusos aplicaron la misma fórmula con la que su contrarios arrasaron a los vitorianos en la semifinal. La aplicación rigurosa de un minucioso estudio previo de sus rivales. Tácticamente provocaron un montón de dolores de cabeza a los israelíes, cerraron la llave de la canasta a Parker y Vujcic y se apoyaron en una zona que al todopoderoso Maccabi se le atragantó durante muchos minutos. El resto lo puso la diferencia en el tratamiento del juego que mostraron Papaolukas y Williams, directores respectivos de ambos equipos. El griego estuvo imperial, inteligente hasta la pillería y llevó a sus compañeros por donde quería. Lo de Williams fue algo parecido a lo de su homónimo en el Barcelona. A base de jugársela, tanto resumir el partido a un uno contra el mundo, se olvidó de que al final tendría que tirar de Parker o Vujcic. Cuando les tocó, no estaban para casi nada. En una época de sudor, defensa y músculo, está bien que la gente que usa la cabeza más que las piernas, la solidaridad más que el individualismo, termine triunfante.
Antes de la final, Tau y Barça se vieron obligados a jugar el absurdo, innecesario y penoso partido por el tercer puesto, esperemos que por última vez, aunque la tozudez en mantener este suplicio parece grande. Como si a alguien le importase. Ganó el Tau, que igual ha salido mejor parado de todo esto que el Barça, a pesar de no recibir el correctivo que le dieron a los vitorianos. Pero mientras a los de Perasovic no les quedó ninguna duda de los porqués de su fracaso en la semifinal (el resumen era evidente, el Maccabi fue mejor en todo) los análisis posteriores al partido del Barça han ido por un camino sorprendente.
Al parecer, por lo escuchado y leído, perdieron fundamentalmente por los árbitros. De entrada echar la culpa con tanta firmeza a los colegiados siempre tiene el riesgo de que se te olvide analizar tus propios errores. Prensa afín, dirigentes y jugadores no han dejado de martillear con sus comentarios una cuestión que al final acaba distorsionando todo. Los árbitros estuvieron mal, perjudicaron en algunos momentos a los azulgrana, pero de ahí a concluir taxativamente que les robaron el partido, va un mundo. El Barça perdió por muchas razones. La primera, que jugó regular, muchos jugadores estuvieron por debajo de su calidad, fueron dirigidos en la cancha por Williams, jugador alejado mil kilómetros de lo que se le supone a un base, permitieron el rearme moral del CSKA y cuando se pusieron los rusos por delante, les entraron los mil males y terminaron más que perdidos. Con tantos defectos, escudarse en el arbitraje, además de peligroso por lo que supone de falta de asunción de responsabilidades, falta a la realidad.
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