La Copa de las Culturas une a los inmigrantes
200 equipos de fútbol de 34 nacionalidades fomentarán la integración enfrentándose en el terreno de juego
Pocas cosas hay en el mundo que susciten tantas pasiones, alegrías y tristezas como el deporte. Y casi ninguna que una tanto como un partido de fútbol. Sobre el terreno de juego no importan ni el color de la piel ni los papeles, sólo la competición. Eso es lo que debió plantearse una conocida empresa de telefonía móvil, cuando decidió crear la Copa de las Culturas, un torneo de fútbol sala que este año, en su segunda edición, enfrentará durante siete meses (entre mayo y noviembre) a 34 equipos de todas las nacionalidades.
Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Alicante, Murcia, Almería, Málaga, Gerona, A Coruña, Bilbao, Sevilla y Mallorca, las ciudades donde residen mayores colectivos de inmigrantes, serán los testigos de cada enfrentamiento.
La Copa de las Culturas es un crisol perfecto para la mezcla y el intercambio cultural. Desde este año, además, cada equipo, de entre seis y diez jugadores, podrá contar con dos participantes de nacionalidad diferente a la de sus compañeros. El equipo de colombianos de Weimar Viatela se ha convertido en pionero y contará con un ecuatoriano y un brasileño -"nuestra esperanza"- en su alineación para el torneo de este año. Ingeniero industrial, antiguo trabajador de la construcción y actualmente trabajador de una empresa de informática... De afición, futbolista. "Es difícil compaginarlo, porque muchos tienen trabajos que no les permiten entrenar o acudir a los partidos, o una situación irregular". Porque si algo no importa en esta copa de las culturas son los papeles. A los participantes no se les exige la tarjeta de residencia, porque "cuando uno hace deporte", sonríe Weimar, "lo demás no importa".
Debido a esas situaciones irregulares, entre los jugadores se oyen historias de todo tipo. Como la de Eric, el capitán de un equipo de Congo, y el único de sus compañeros que sabe hablar castellano. Eric se dejó la piel en el salto a la valla de Melilla; iba en busca de un sueño, porque para él la vida era "difícil y dura". Ahora juega al fútbol y lo único que quiere es "integrarse y vivir en España para siempre".
El año pasado el equipo de Hilario Mengue se proclamó subcampeón tras perder contra otro de Sevilla (también compiten equipos de españoles). Y su foto apareció en el diario deportivo Marca, "el mismo día en que Ronaldinho ganaba el Balón de Oro". Nació en Guinea Ecuatorial hace 27 años. Su familia se trasladó a España buscando un lugar mejor cuando él apenas tenía un par de años, y no les resultó difícil regularizar su situación.
Habla "dos idiomas y varios dialectos africanos", estudió en Alcalá de Henares con una beca, y ahora trabaja como informático. Tiene novia, una hija de tres años y un amante al que ser "siempre" fiel: el fútbol. Aunque a su chica, Marta Eworo, no le importa: vive la afición de Hilario con igual o mayor pasión y no se pierde "ni un partido".
"Al principio a la gente le sorprendía ver un equipo todo de negros". Su sonrisa se amplía. Sin rencor. Pero le parece algo normal. "No todos nos hemos educado igual. Mucha gente no ha podido viajar, ni conocer otras cosas, y eso es lo bueno de esta copa: conocer a gente de otros países, sus costumbres, incluso su música. Un día probamos y vamos a una discoteca de colombianos, otro a una de brasileños. Hay que aprovechar esos contactos", dice, y "aprender de ellos".
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