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Reportaje:ESCAPADAS | Ea | Fin de semana

En busca del mar

No es difícil imaginar los primitivos asentamientos de Natxitua y Bedarona que dieron origen al pueblo de Ea, en la costa vizcaína. En aquellos tiempos oscuros de la Baja Edad Media, cuando los clanes de los gamboínos y oñacinos resolvían sus disputas por las bravas, es seguro que los escasos habitantes de la zona confluirían en pequeños altos desde los que se dominaba el entorno: no era difícil deducir para quien quisiera asentarse en esa pequeña rada llena de juncos que era Ea (juncal en euskera) que estaba expuesto a cualquier ataque desde las colinas.

Pero las riquezas del Cantábrico eran entonces irresistibles y pronto los de las anteiglesias de Natxitua y Bedarona vieron la necesidad de buscar acomodo a orillas de la ría del regato Argin (también conocido como Erreketa y Ea, y que bebe de las aguas del Zarakondegi y del Goikoetxe). En el siglo XVI ya hay noticias de la fundación de la puebla de Ea, aunque no será hasta el XIX cuando se funde el Ayuntamiento como tal y absorba las anteiglesias citadas, además de la de Ereño. El establecimiento en un lugar tan estrecho no podía hacerse a la manera tradicional, con casas apartadas, sino pared con pared, en edificios corridos. Así surgieron las citadas dos calles, una a cada orilla de la ría, con sus dos iglesias. La de Santa María de Jesús, para los de Bedarona y la de San Juan para los de Natxitua.

En Ea, el mar se intuye, se huele. Cuando el visitante lo vislumbra ya ha recorrido el pueblo

En Ea, el mar se intuye, se huele, porque para cuando el visitante lo vislumbra, sobre todo con marea baja, ya ha recorrido el pueblo y ha podido comprobar cómo la ría del Argin (cruzada por cuatro puentes) es más un canal veneciano que la desembocadura de un arroyo. Hasta que al final del paseo entre casas de pescadores aparece la playa y al fondo, según se va abriendo el estrecho valle, se insinúa el mar abierto.

En este principio de mar se encuentra una curiosa placa que recuerda al célebre marino Martín Urtubia, de Natxitua, que participó en el primer viaje de Cristóbal Colón a América. Desde aquí, emulando a lo doméstico el valor de Urtubia, se pueden iniciar los paseos que ofrece Ea. Los aficionados al llano y al mínimo esfuerzo pueden imitar a alguna de las variadas cuadrillas de chiquiteros que discurren por las dos calles, sin saltarse ninguno de la media docena de bares del pueblo.

Quienes gusten de excursiones campestres pueden ascender por cualquiera de las dos laderas, ya que cada una conduce a dos entornos que merecen la pena. Si se accede por la izquierda de la ría se irá subiendo por detrás de un edificio con aires de urbanización mediterránea que hasta resulta entrañable. Tras un recorrido campestre, el paseo concluye en lo alto de una cala rocosa, Natxituko Lapatza, donde en verano hay quien se atreve con un baño. La visita es imprescindible.

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Tanto como lo es el ascenso hasta la Atalaya, en la otra orilla de la ría, después de haber visitado ese mínimo puerto, casi tanto como lo es el nombre del pueblo, que tiene a sus txalupas varadas en cuanto baja un poco la marea. Allí, antes de llegar a una curiosa construcción llamada Beletxe, se va ascendiendo por un vía crucis en toda regla hasta una ermita que mira al mar, que se ha ganado su nombre natural sobre el de la Virgen de la Concepción a la que se consagró el templo.

Y para los amantes del interior, quedan Bedarona y Natxitua -esta vez en automóvil-, donde es fácil imaginar aquellos primeros tiempos del puerto de Ea, en los que agricultores y ganaderos se iniciaban en la pesca. Es el último momento para ver el Cantábrico desde lo alto, por encima de acantilados, junto a prados, maizales, huertas y caseríos diseminados en estos pequeños y falsos llanos sobre el mar. El mejor final para conocer este pueblo que vive plácidamente, ajeno en lo que puede al tráfago mundano, de localidades vecinas como Elantxobe o Lekeitio, más apetecidas por el turismo que visita estos días la costa vasca.

Entre Urdaibai y Santimamiñe

Cómo llegar: La principal referencia para llegar a Ea es Gernika, adonde se accede desde Amorebieta, salida de la A-8 y la N-634. Desde aquí hasta la localidad de la Casa de Juntas hay que tomar la BI-635. De Gernika se continúa por la BI-638, de la que hay que desviarse en Gautegiz de Arteaga para tomar sucesivas carreteras comarcales que desembocan en Ea. Desde Vitoria se llega a Amorebieta por la N-240 o la BI-623. Ambas tienen enlace con la A-8 y la N-634.

Alojamiento: En pleno casco urbano de Ea se encuentra Basolore (94 6275174) y en el barrio de Angelutxu, Andutza landetxea (635 733570. Ya en el barrio de Natxitua se puede acudir a Astei (94 6276511) o al hotel Ermitxo (94 6277700). Otras casas de agroturismo en las cercanías son Legortza, en Ispaster (94 6843079), y Etxetxu, en Ibarrengelua (94 6276337), donde también hay una casa rural, el caserío Arboliz (94 6276283).

Comer: Los tres principales barrios de Ea tienen su propia oferta de restaurantes. En Natxitua, el citado Ermitxo; en Bedarona, la herriko taberna (94 6275129), y en Ea, el restaurante Aritza (94 6275029). Luego siempre queda la posibilidad de ir a Lekeitio, con una variada oferta de restaurantes, entre los que se encuentran Beitia (94 6840111), Arropaiz (94 6840313), Santi (94 6840809) y Zapirain (94 6840255).

Actividades: Ea se encuentra dentro de la reserva de la biosfera de Urdaibai, uno de los más ricos parajes naturales de la costa vasca. Muy cerca, en Kortezubi, se pueden visitar las cuevas de Santimamiñe y el bosque de Oma, creado por el pintor Agustín Ibarrola. Y, por supuesto, es imprescindible llegarse al cercano Elantxobe, puerto de calles empinadas.

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