Misterio a bordo
Un empresario soriano está detenido en Holanda, acusado de haber proferido una amenaza de bomba en el vuelo de Iberia que el viernes pasado lo trasladaba desde Amsterdam hasta Madrid. Hay dos versiones contrapuestas: que previno a su vecina de asiento de una inminente explosión, quizás para gastar una broma. O bien que la señora malinterpretó unas palabras banales y, presa del pánico, lo denunció a la tripulación. Sometido al interrogatorio de un miembro de la tripulación, el empresario no logró explicar su conducta. Tampoco le ha debido de resultar muy convincente al juez, que ha prorrogado durante dos semanas su detención preventiva. En cuestiones de seguridad, las bromas han dejado de ser expresiones energúmenas para convertirse, simple y llanamente, en delito. En este caso, no sólo por los antecedentes de terrorismo en los aviones: el regreso precipitado del vuelo de Iberia entrañó riesgos, gastos y molestias para todos los pasajeros. La justicia holandesa tiene ahora la palabra.
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