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Fútbol | Final de la Copa del Rey

"Me quedan pocas ganas de jugar más"

César, portero del Zaragoza, perdió su tercera final en cinco años y acabó expulsado

A los dos minutos de comenzar el partido, una luz roja, como una luciérnaga, se encendía en la grada donde se ubicaban los aficionados del Espanyol. Celebraban el gol de Tamudo. El primero que encajó anoche César, el portero del Zaragoza, que acabó expulsado tras lanzar un bote de agua al público y que perdió su tercera final de Copa en los últimos cinco años. Todas las que ha disputado. "A mí, particularmente, me quedan pocas ganas de jugar más", confesó cuando abandonaba el estadio con una mueca de tristeza serena, casi resignada. "Me siento mal, especialmente, por los compañeros de vestuario y por las 40.000 personas que han viajado a Madrid", reveló el portero.

Pero si César es enemigo de la cábala, Tamudo es su aliado. Es el segundo tanto del pequeño delantero en una final de Copa producto de su astucia. En 2000 le arrebató a Toni, portero del Atlético, la pelota en un despiste y le dio la Copa a su equipo. También fue a los dos minutos de partido, en frío. Ayer fue el único ser humano en todo el recinto que no se quedó mirando con la boca abierta la trayectoria que había dibujado con el balón De la Peña en una falta lejana. Crack, crujió la cruceta tras recibir el impacto de la pelota. Tamudo no estaba hipnotizado y aprovechó el rechace. César, ni se enteró. "La clave ha sido la primera jugada: el Espanyol tiene a un tipo listo como Tamudo", analizó Víctor Muñoz, técnco zaragocista.

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César tiene mala suerte en la Copa. El portero, que hace dos temporadas ocupó la meta del Real Madrid cuando el equipo blanco cayó frente al Zaragoza en esta misma competición, se quedó hundido tras el segundo tanto del conjunto catalán. Tan hundido, que algunos minutos después seguía caminando con los brazos desmadejados y gesticulando su fastidio. Tan molesto, que hasta vio una amarilla por protestar al árbitro casi en el centro del campo, en una jugada que ni le iba ni le venía. "Esa tarjeta fue injusta, no la entendía", replicó después.

César también fue uno de los protagonistas de la Copa que ganó el Deportivo al Madrid el año del centenario del equipo de Chamartín: le marcaron un gol por debajo de las piernas. Como el que ayer le hizo Coro. No tiene suerte César. Al final, acabó expulsado tras enzarzarse por la pelota con Tamudo y, después, con el público españolista cercano al fondo. Además de tener que irse a la ducha, estuvo a punto de recibir un botellazo de un hincha. Después, él recogió el envase y lo devolvió de muy malos modos al lugar de donde había salido. "Se ha puesto nervioso y no ha sabido controlar sus impulsos", dijo Víctor Muñoz. "Me he equivocado, pero el público también", explicó César.

Víctor también reveló que alguno de sus futbolistas se habían quedado sentados en el vestuario, con la mirada fija y sin querer entrar en la ducha. César fue uno de ellos. Otro, Cani. El pequeño y habilidoso jugador no pudo concluir el choque por un golpe y abandonó el césped con la cara contraída, más por el resultado que por el daño físico: "Me duele más el corazón que el tobillo". Cani, como Toledo o Ewerthon usaron la misma palabra para describir el estado de ánimo de los jugadores del Zaragoza: "Estamos destrozados". Los futbolistas del Zaragoza, eso sí, achacaron a la "falta de acierto" el resultado y reivindicaron su juego: "Mejor no podemos hacerlo", declaró Víctor.

César arroja los guantes al retirarse a los vestuarios.
César arroja los guantes al retirarse a los vestuarios.REUTERS

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