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Crónica:Fútbol | 32ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Igualada sin tregua

Un Villarreal carente de frescura no puede superar a un enérgico Deportivo

En un choque abierto, de ida y vuelta, sin tregua, el Villarreal y el Deportivo se quedaron medianamente satisfechos e insatisfechos. Las dos cosas. Se emplearon a fondo, cada uno en su estilo, en busca de un hueco en la Copa de la UEFA. Sin especular ni un gramo. Pero al Villarreal le faltó frescura: pagó su exhibición ante el Inter. Y al Depor, calidad en los últimos metros. Nadie se aburrió en El Madrigal. Tampoco el portero Barbosa, notable en su preparación para suplir a Viera en Highbury. Pudo ganar cualquiera. Sobre todo, el Villarreal, pero lo evitó Gonzalo Rodríguez, que la pifió como delantero centro. Él y José Mari, solos ante Molina, en el último suspiro, y el central le envió un pase horroroso a su compañero.

VILLARREAL 1 DEPORTIVO 1

Villarreal: Barbosa; Javi Venta, Peña, Gonzalo, Arruabarrena (Roger, m. 74); Senna (José Mari, m. 74), Tacchinardi, Sorín; Riquelme; Guille Franco y Forlán (Font, m. 84).

Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Coloccini, Héctor, Capdevila; Víctor (Romero, m. 65), De Guzmán, Sergio, Munitis; Iago (Rubén, m. 58); y Arizmendi (Xisco, m. 80).

Goles: 0-1. M. 71. Jugada de Munitis por la derecha, Arruabarrena despeja y Víctor, desde la media luna, coloca a la izquierda de Barbosa. 1-1. M. 73. Centro de córner de Senna que cabecea a gol Guille Franco.

Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Gonzalo Rodríguez, Forlán, Manuel Pablo y Coloccini.

Unos 18.000 espectadores en el estadio de El Madrigal.

Riquelme se tomó la cita con calma. Con total disimulo, se puso a silbar

Riquelme se tomó la cita con calma, es decir con más calma de lo habitual. Que la pelota transcurría por el interior derecho, pues él se dejaba caer por el izquierdo. Con total disimulo, se puso a silbar. A tomarse unas pausas. Sabía que el equipo no podía mantener la intensidad de la noche mágica ante el Inter, pero pensó que sí habría algunos momentos de inspiración. Como ese sombrerito que le pintó en la misma cara a De Guzmán ante la algarabía de la grada. En realidad, el as argentino estaba cansado como declaraba su postura (manos en los riñones, cuerpo inclinado hacia adelante) cada vez que se pegaba una buena carrera.

Sumamente fatigado, Forlán no estuvo para nada durante la primera parte, recibiendo incluso la desaprobación de la grada. Su opacidad repercutió en el escaso remate de su equipo, que murió en el balcón del área del Depor, ahí donde Coloccini y Héctor imponían su ley. Tan sólo amenazada por Guille Franco y su maestría para parar el balón con el pecho. Y bajarlo al suelo. En este arte antiguo cada vez más en desuso, el internacional mexicano estuvo a punto de marcar en el último minuto del primer tiempo, pero el disparo le salió mordido.

El Depor propuso ese fútbol masculino tan del gusto de su entrenador, lleno de presión, de faltas tácticas, de poco talento. El que hubo llegó del joven Iago, un zurdo pequeñito y de piernas combadas que, desde la media punta, envió un pase con el exterior de su bota a Arizmendi que abrió la defensa local. El disparo de éste se dirigía a las mallas, pero apareció De Guzmán para evitarlo. Interpuso su cuerpo ante la desesperación del delantero procedente del Atlético, que para una vez que iba a marcar... Había superado ya a Barbosa.

El Depor se defendió con cierta comodidad salvo en un aspecto: las faltas y córners en los que Riquelme ponía en práctica su rito. Ahí el cuadro de Caparrós notaba un cosquilleo de miedo. Ante la parsimonia, la templanza y la efectividad del toque del argentino. Pellegrini arengó un buen rato a Forlán en el descanso, tratando de recuperarlo anímicamente. Sin resultado. El partido se destapó en la reanudación, se convirtió en una moneda en el aire. Riquelme encontró en el incontenible Sorín el aliado que necesitaba. Una pared entre ambos terminó con los guantes de Molina chispeando tras un disparo de Riquelme. El Depor respondió con un centro de Munitis cuyo destinatario en el otro palo, Víctor, fue empujado por Sorín, penalti que no señaló el árbitro. Caparrós dio entrada a Rubén en busca de más profundidad.

Pellegrini, en cambio, tardó mucho tiempo en cambiar. En inyectar aire fresco. De lo que se aprovechó el Depor para marcar. Un tanto muy propio de Sergio, en un disparo curvado desde la frontal. El Villarreal devolvió el golpe de inmediato: un violento cabezazo de Guille Franco, solo en el punto de penalti, tras un centro de córner de Senna. Entonces Pellegrini tiró la casa por la ventana. Entraron José Mari y Roger, inevitablemente de ataque. Pero les faltó chispa para ganar. Y al Depor, talento.

De Guzmán ve cortada su internada por Guille Franco.
De Guzmán ve cortada su internada por Guille Franco.ÁNGEL SÁNCHEZ

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