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EL ENREDO
Columna
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Política pura

AHORA PODRÍA PUBLICARSE una noticia: "Descubierta una red transversal de políticos honrados en Marbella". Puede parecer hasta cursi recordar que, además de políticos corruptos, hay políticos honrados. En todos los ayuntamientos, y en todos los partidos. También en Marbella. Puede parecer cursi, pero tampoco está mal recordarlo. Tiene que haber resultado muy pesado ser político honesto en Marbella (o alrededores; o similares) durante los últimos años. Tiene que haber sido una pesadilla ver pasar millones y millones de dinero negro, y denunciarlo a gritos, y escuchar un coro que gritaba: "¡No nos denuncies, únete!" Probablemente algún conocido del político honesto pensaría: "Seguro que también se lleva algo y no lo dice para no pagar el vermú". O puede que otros pensaran: "¡Será pringao! ¡Mira que no llevarse nada!" Vivimos en un país de moral rara: en casi todas las compraventas de pisos se mueve dinero negro y después nos escandalizamos de que haya corrupción urbanística e inmobiliaria.

Es una pesadilla ver pasar millones y millones de dinero negro, denunciarlo y escuchar: "¡No nos denuncies, únete!"

Se pide a los partidos políticos que, ante un caso tan escandaloso, dejen de lado los intereses partidistas y se vuelquen en el bien común. Últimamente se oye mucho este discurso de que los partidos deben aparcar sus diferencias en pro del bien común. En particular, sobre la lucha antiterrorista. Pedir a los partidos que aparquen la lucha política es como pedirle a Gallardón que deje de hacer obras: va en su naturaleza. Los partidos detienen la lucha política precisamente cuando conviene a sus intereses. Si el 80 por ciento de los ciudadanos no avalara la política antiterrorista del Gobierno tras el alto el fuego de ETA, probablemente el PP seguiría a la gresca con el asunto, y Acebes y Zaplana andarían dando guerra, en lugar de estar en el banquillo de los suplentes, esperando a que pase el buen tiempo. "¡Déjanos salir, Mariano!" "¡Un alomojó sobre el 11-M, sólo uno!" Llevan dos semanas con un mono tremendo, y va creciendo cada día que pasa. Si siguen callados unas semanas más, en lugar de mono tendrán King Kong.

Una vez me contó alguien de fiar una escena de la primera entrevista que tuvieron en el Palacio de la Moncloa José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, entonces líder de la oposición. Nada más saludarse, Zapatero le dijo a Aznar: "Quiero que sepas que preferiría que acabaras con ETA, aunque eso supusiera que volvieras a ganar las elecciones con mayoría absoluta". Siempre me ha llamado la atención ese relato, no por la generosidad de Zapatero, sino porque yo, en mi candidez, creía que la preferencia de acabar con el terrorismo sobre la victoria electoral se sobreentendía entre líderes políticos. Se ve que no. Hay que explicitarlo. Y se considera generosidad. Todos están calculando qué beneficia, qué perjudica. "Convergencia acude a la Moncloa para hablar de ETA con un cheque en blanco". En su caso nunca se sabe si el cheque es para entregar o para llevárselo, pero seguramente lo entregan, a la espera de que les inviten al Gobierno. También están con un poquito de mono de poder, diríase. Cualquier día estallarán: "¡Quiero gobernaaaaar! ¡Donde seaaaaaaa!". Si Zapatero no les puede hacer un hueco en el Gobierno este verano, por lo menos que permita a Duran Lleida ir de colonias al Palacio de la Moncloa en agosto.

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