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El primer día de la Operación Salida causa largas colas en los mostradores de la T-4

Seis pasajeros se amotinan en un avión de Iberia al sospechar que no llevaba sus equipajes

Daniel Verdú

El primer día de la Operación Salida de Semana Santa en el aeropuerto de Barajas transcurrió ayer, según fuentes de AENA, con relativa normalidad. Toda la atención estaba centrada en la nueva terminal 4, que desde que se estrenó hace dos meses ha presentado frecuentes deficiencias. Ayer, los principales problemas que sufrieron los viajeros fueron debidos a las colas de hasta una hora y media que soportaron ante los mostradores de facturación y que, en algunos casos, les hicieron perder sus respectivos vuelos. Ayer había programados 1.288 vuelos en todo el aeropuerto.

Ayer fue la primera gran prueba de fuego de la nueva terminal 4 del aeropuerto Madrid-Barajas. En el primer día de la Operación Salida de Semana Santa, la afluencia de viajeros se multiplicó y se respiraba en el ambiente el temor que despertaba la posibilidad de que se reprodujesen los fallos ocurridos en los últimos días. "Desde que se estrenó, esto no funciona como debería. No tenemos material para trabajar y el sistema informático se cae a cada momento", se quejaban unos empleados de Iberia en el autobús que los llevaba desde la avenida de América hasta la terminal. Según estos trabajadores, encargados de la carga y descarga de los equipajes en los aviones, "algunas maletas pueden pasarse varios días dando vueltas en las cintas transportadoras; a ver qué pasa hoy...".

Según fuentes de AENA, ni el sistema informático que controla la facturación de los equipajes ni el tren sin conductor que lleva a los pasajeros desde la T-4 hasta la terminal satélite sufrieron ningún incidente. Pero los pasajeros tuvieron que soportar largas esperas frente a los mostradores de facturación de Iberia. "Nuestro vuelo a Niza no estaba anunciado en las pantallas. Hemos estado una hora y media haciendo cola para terminar perdiendo el vuelo", relataba visiblemente nerviosa María de los Ángeles. "Encima nos dicen que no dan abasto porque tienen el mismo número de gente que de costumbre trabajando", insistía.

A las 17.45, en los 20 mostradores de Iberia de la T-4, sólo cuatro empleados atendían a un ingente número de pasajeros. "Deben estar haciendo la siesta; es la hora a la que la hacéis, ¿no?", ironizaba una británica. En la zona VIP de la misma compañía, donde facturan quienes vuelan en clase business, el mismo número de empleados atendía a apenas 10 viajeros. "Por eso pagan más", aclaraba una de las trabajadoras.

Motín a bordo

A los enfados de los que se quedaban en tierra se sumó el de seis pasajeros de un vuelo de Iberia con destino a Dakar (Senegal), que se amotinaron y obligaron al piloto a suspender el despegue cuando el avión rodaba hacia la cabecera de pista.

Según fuentes de la compañía, estos seis pasajeros del aparato, en el que viajaban 189 personas, comenzaron a gritar que habían visto su equipaje en un carrito en las pistas del aeropuerto madrileño. El comandante les comunicó que no tenía constancia de que faltara el equipaje de ninguno de los pasajeros embarcados y les pidió que volvieran a sus asientos, a lo que se negaron, por lo que el avión regresó al aparcamiento, a la vez que era avisada la Guardia Civil. Ésta desalojó del Boeing 757 a los seis viajeros, que descendieron junto con los siete bultos que estos habían facturado y que, contrariamente a lo que creían, estaban en la bodega de la aeronave. El avión despegó sin los citados viajeros tres horas después de lo previsto.

Entre el 7 y el 17 de abril, el aeropuerto de Barajas tiene previsto operar 12.488 vuelos, en los que las compañías han ofertado alrededor de 1.900.000 plazas. Se prevé una ocupación máxima de los aviones. Ayer era la jornada en la que estaba previsto el mayor número de operaciones durante estas vacaciones: 1.288 vuelos. Algo más del 40% de ellos salieron o llegaron a la nueva terminal 4.

Durante la jornada, únicamente fueron cancelados dos vuelos entre España y Francia, como consecuencia de los paros habidos en este último país contra la reforma laboral impulsada por el primer ministro, Dominique de Villepin. La huelga francesa también provocó retrasos de hasta 30 minutos en vuelos procedentes de Europa.

Mientras tanto, en la T-4, muchos viajeros corrían de un lado a otro para tratar de no perder sus vuelos. Las quejas más frecuentes tenían que ver con las kilométricas distancias que deben recorrer a pie desde que desembarcan del avión hasta que consiguen recoger sus maletas en la cinta transportadora. "He tardado una hora y veinte minutos desde que ha aterrizado el avión hasta ahora", contaba Pilar Seijo saliendo de la terminal a su llegada de Londres. "Está muy mal organizado", añadía.

Las largas distancias y la "confusa" señalización, según algunos viajeros, hicieron que pasajeros de vuelos en tránsito perdieran sus conexiones. Un grupo de siete italianos que venía de Santiago de Compostela no daba crédito a que la compañía hubiese vendido su billete a Milán por no llegar a tiempo. "Un policía nos ha hecho salir de la zona de embarque, y como no llevábamos la tarjeta hemos tenido que hacer de nuevo la cola y hemos perdido el avión", se lamentaba Giovanni Comi mientras trataba, sin éxito, de obtener una compensación de la compañía. No había vuelos a Milán hasta dentro de dos días, y al final se resignó a alquilar un coche para realizar el trayecto desde Madrid a la ciudad italiana. "Esta terminal es muy bonita, pero no funciona", se quejaba un acompañante.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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