Síndrome Bianchi
El Atlético, incapaz de marcar, dice adiós a Europa y es goleado por el Celta en otro encuentro accidentado
El Atlético tendrá que cambiar de discurso. El de su alocada carrera hacia delante y a contratiempo para alcanzar un puesto europeo ya no le vale. Dos derrotas consecutivas en el Calderón ante rivales directos, Sevilla y Celta, reducen sus posibilidades a lo infinitesimal. Pero no juega mal. No peor que mientras enlazaba victoria tras victoria. Ahora el equipo recuerda al de los primeros encuentros con el argentino Carlos Bianchi en el banquillo. Un fútbol veloz, sin apenas centro del campo, directo y capaz de generar muchas ocasiones de gol. Pero unos futbolistas incapaces de marcar.
El equipo rojiblanco controló casi todo el primer tiempo, con la salvedad de los primeros diez minutos, y gran parte del segundo, con la excepción de los desquiciados minutos finales en los que se fraguó la goleada del equipo vigués. Las coincidencias con la época de Bianchi no se limitan a la dificultad para cantar el gol. Son muchas. Por ejemplo, el tanto de Lequi. El ex central rojiblanco se adelantó a la defensa rival, que volvió a publicar un completo manual de despropósitos defensivos a la hora de vigilar el espacio aéreo de Leo Franco. Bianchi, irónico, se preguntó si la solución no sería fichar a Jordan. No parece un problema de altura. Más bien de atención. Otra similitud entre lo visto ayer y los encuentros que dirigió el veterano preparador fue la descomposición progresiva del grupo, su fragilidad mental según avanzaban los minutos. El equipo acabó histérico. Más parecidos: el actual entrenador, Pepe Murcia, sólo realizó un cambio en todo el choque. Saltó al césped Marqués cuando su equipo ya perdía sustituyendo a Galleti. El pequeño vallecano, se supone, debía revolucionar el ataque del conjunto madrileño. Sin embargo, cinco minutos después el árbitro pitaba penalti. Un castigo que detuvo Leo Franco -el tercero consecutivo contando los dos que le paró al Sevilla- pero Lizondo decidió que debía repetirse porque varios jugadores habían entrado en el área antes de tiempo. El penalti y su repetición rompieron los debilitados nervios de los futbolistas del Atlético, que protestaron con mucha insistencia e, incluso, Kezman se quitó la camiseta e hizo ademán de marcharse. Es lo que pedía la grada. Bueno, parte de la grada, porque el fondo sur ya había sido desalojado por la Policía Nacional por provocar diversos incidentes con los guardas de seguridad.
ATLÉTICO 0 - CELTA 3
Atlético: Leo Franco; Velasco, Pablo, Perea, Antonio López; Galleti (Marqués, m. 79), Luccin, Gabi, Petrov; Fernando Torres y Kezman.
Celta: Pinto; Ángel, Contreras, Lequi, Placente; Núñez (De Ridder, m. 69), Oubiña, Iriney, Silva (Méndez, m. 87); Canobbio (A
Goles: 0-1. M. 70. Lequi se adelanta a la defensa rojiblanca y marca de cabeza en un córner. 0-2. M. 84. Penalti que transforma Baiano. 0-3. M. 90. De Ridder culmina un contraataque al cruzar el balón ante la salida de Leo Franco.
Árbitro: Lizondo Cortés. Amonestó a Galleti, Luccin, Perea, Petrov, Pablo, Kezman y Baiano.
Unos 50.000 espectadores en el estadio Vicente Calderón.
El Celta, que tiene buenos futbolistas, planteó el encuentro con una extraña sensación de seguridad en que la suerte le acabaría siendo favorable. También debió contribuir a esa calma el ver cómo a pesar del buen juego de Petrov o Fernando Torres -el Niño hizo un partido muy apreciable- el Atlético era incapaz de marcar. Silva, muy habilidoso, generaba peligro por el costado de Velasco. Otra constante inalterable independientemente del entrenador: el flanco que defiende el sevillano da problemas. Baiano también tuvo sus oportunidades tras buenas jugadas de banda. Leo Franco le detuvo, con mucho mérito, dos disparos.
La negación ante la portería rival del equipo rojiblanco alcanzó sus cotas más elevadas cuando Antonio López disparó con la derecha desde el punto de penalti y Ángel sacó la pelota bajo los palos. También en un cabezazo picado de Torres que se marchó fuera por poco o una excelente parada de Pinto a un lanzamiento lejanísimo y con efecto de Petrov. No hubo gol y el efecto psicológico puede ser devastador en un grupo que ya sabe que no debe pronunciar la palabra Europa.
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