"No somos unos 'freaks' con perros y crestas en el pelo"
"No somos freaks: ni nos hacemos acompañar de perros ni vamos con crestas en el pelo". Carolina -así pide que la identifiquen- es una joven filósofa que cuando puede trabaja como traductora. Habita desde hace año y medio en Miles de Viviendas, nombre de guerra de una casa ocupada en pleno paseo de Joan de Borbó, frente al Port Vell de Barcelona. Las vistas desde la soleada terraza de este bloque, de cinco pisos de altura y antiguo cuartel de la Guardia Civil, son espectaculares: "Lo más bonito es contemplar las puestas de sol".
Carolina es una okupa en toda regla. Por ideología, por actitud y hasta por estética. Hace dos años, cuando las protestas por la guerra de Irak empezaron a perder intensidad, ella y otros amigos se vieron en la necesidad "de hacer algo". Fue entonces cuando decidió rebelarse "contra la precariedad de la existencia". Así surgió la iniciativa de Miles de Viviendas, donde conviven 25 personas. De hecho, es un edificio sui géneris ya que, además de dar techo a un grupo de amigos, funciona también como centro social.
El funcionamiento de la casa es asambleario: todo se decide entre todos. Claro que se da manga ancha a la libertad individual: "La idea es que a nadie se le imponga nada", aclara Carolina. "A veces tenemos problemas de convivencia, ni más ni menos que en todas las casas". Y es que la traductora trata de desmitificar la imagen del okupa como un joven desarrapado, sin horizontes y amante hasta el límite de la cultura del no. "Dentro del colectivo, lo que más destaca es que hay una gran heterogeneidad", insiste.
Trucos para subsistir
Para llegar a fin de mes, esta extensa familia se las ingenia de muy diversos modos. En Barcelona existe una Oficina de la Okupación. Además de ofrecer asesoramiento legal y de "divulgar y extender" esta práctica, la oficina da consejos prácticos para que los ocupantes puedan subsistir con pocos recursos. En la terraza de Miles de Viviendas, la que ofrece tan monumentales vistas, han instalado una antena que les permite conectarse a Internet "a muy bajo precio".
¿Fuentes de ingreso? Las fiestas que esporádicamente organizan en la planta baja del edificio y, por supuesto, los trabajos que cada uno desarrolla en su vida diaria. Carolina no excluye que alguno cometa pequeños hurtos, pero éste no es el modus vivendi del movimiento, afirma. La joven afirma que a los okupas no se les pasa por la cabeza instalarse en la domus de algún vecino humilde: "Buscamos a los grandes propietarios".
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