Primavera culpable
La primavera siempre estuvo sobrevalorada, hasta que a mediados del siglo XX, unos señores muy serios que se llamaban a sí mismos humoristas, empezaron a buscarle las vueltas y tildaron de cursis irremediables a los poetas laureados, poetas funcionarios, recolectores de juegos florales, obsoletas competiciones a las que se presentaban como si fueran oposiciones, con versos bien medidos y rimas rigurosas. La primavera en Madrid, poetas al margen, era y sigue siendo un asco, la primavera nunca se sintió a gusto sobre el asfalto y el empedrado de la urbe y sólo medra en los guetos privilegiados de parques y jardines, la primavera en Madrid es una estación volátil y caprichosa que ataca a traición y asalta a los ciudadanos ingenuos a los que incita a quedarse en mangas de camisa y a las ciudadanas confiadas que se abandonan precipitadamente a las falsas caricias de un sol engañoso.
"Redacción: La primavera", gruñía el profesor recién salido del letargo invernal, esquivando los rayos solares blanqueados por el polvo de tiza. La primavera era lo que pasaba del otro lado de la ventana del aula, la primavera que alteraba la sangre, reverdecía el acné y hacía bullir las hormonas adolescentes. Nadie nos había dicho todavía que abril era el mes más cruel pero sabíamos, en verso, que los prisioneros lloran en mayo cuando los trigos se encañan y están los campos en flor. El cuitado protagonista del romance medieval maldecía en la última estrofa al ballestero que había abatido a la avecilla que le traía noticias del mundo exterior. Es primavera y activos funcionarios municipales se zambullen en las mansas y legamosas aguas del estanque de El Retiro, para retirar de ellas a los patos expiatorios y llevárselos a "una moderna Arca de Noé", así reza la nota de la agencia EFE que acompaña una inquietante fotografía en la que dos operarios con mascarilla, guantes y trajes de protección reducen a una peligrosa bestia plumífera.
Con sequía, o bajo el diluvio, la primavera de Madrid es un asco y ese asco se ha colado este año en los tradicionales reductos primaverales, la cinegética campaña, la caza incruenta de patos, ocas y pavos reales en las aguas y parterres de "El Retiro" priva al parque de su ambiente apacible y bucólico, un encanto bastante mermado ya por la insidiosa aparición de los pólenes, la polinización no es inocente como se creía antaño, la Naturaleza es culpable de que las alegrías primaverales hayan mutado en infames alergias; con la nariz congestionada y los ojos llorosos no se aprecian bien los tan cacareados encantos de la primera de las cuatro estaciones, los estornudos impiden una correcta audición de Vivaldi y las lágrimas impiden contemplar el fugaz y falaz esplendor de las flores. Parece como si los ceñudos moralistas cristianos que con tanto celo denunciaban los excesos bullidores de la estación se hubieran salido por fin con la suya. Para poner coto al desenfreno primaveral, los doctores de la Iglesia Católica celebran los necrófilos fastos de la Semana Santa por estas fechas, pero hoy no son necesarios tan terribles y edificantes ejemplos para contener la euforia. El Ayuntamiento de Madrid avisa de que este año, en el que nos quedamos sin sequía, no hay bien que por mal no venga, la concentración de pólenes alcanzará cotas fastuosas y un coro de riníticos y un orfeón de asmáticos pondrán sordina a la consagración de la destronada primavera.
La Naturaleza es culpable, y el fiel Ayuntamiento, lo sabe y nos previene, cualquier otro factor de contaminación atmosférica de los muchos que conforman la singular composición del aire de Madrid, presuntamente sutil, queda en segundo plano frente a la omnímoda conspiración de los pólenes. La Naturaleza es culpable y debe ser castigada; desde esta óptica la tala preventiva de los 20.500 árboles de la M-30, se entiende mejor, no es más que una medida disciplinaria para castigar la contumaz agresión de la masa forestal y arbórea. Sin embargo y en reconocimiento a su abnegada y necesaria labor a favor de cosas tan útiles como la fotosíntesis el consistorio también ha puesto en marcha un plan de reforestación, que según el portavoz socialista de Medio Ambiente en el Ayuntamiento se llevará a cabo "con lugares de plantación imposibles y especies arbóreas inadecuadas al suelo y al clima de la capital". A ver si escarmientan.
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