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La entrada de coches a Sol por Alcalá estará cerrada siete meses a partir del sábado

Las obras de Fomento obligan a desviar el tráfico y trasladar siete paradas de autobús

A partir del próximo sábado, sólo será posible acceder a la Puerta del Sol en coche por la calle Mayor. El acceso opuesto, desde la calle de Alcalá hacia Arenal, queda cerrado al tráfico privado y público durante siete meses. El Ministerio de Fomento inicia la segunda fase de las obras de construcción de la estación ferroviaria bajo la Puerta del Sol y necesita ocupar media plaza, incluido el tramo de conexión Mayor-Carrera de San Jerónimo. Para conservar ese movimiento de coches (25.000 al día) el Ayuntamiento ha decidido desviar todo el tráfico por un lateral hacia Alcalá. La consecuencia es que el movimiento contrario (10.000 coches diarios) queda cerrado. Siete líneas de autobuses se verán afectadas.

Las máquinas de Fomento han iniciado su segundo desembarco -después de más de dos años de ocupaciones parciales en varios accesos de la plaza-, y a lo largo de esta semana tomarán posesión de casi la mitad de la Puerta del Sol, según anunció el ministerio el pasado viernes a través de anuncios a toda página en varios periódicos. El Ayuntamiento de Madrid confirmó ayer que esa ocupación comportará una serie de desvíos sobre el tráfico y otras medidas adicionales: por ejemplo, que los taxis sólo podrán acceder a Sol si llevan viajeros, pero no si van libres.

La Puerta del Sol lleva 22 años cerrada al tráfico privado en horario diurno. Sólo residentes, emergencias, taxis y autobuses pueden atravesar la plaza entre las ocho de la mañana y las diez de la noche. La afluencia de peatones -120.000 al día, 150.000 los sábados- es, por ello, mucho mayor que la de vehículos: unos 35.000 diarios.

- Un carril lateral para unir Mayor y Alcalá. El tramo de Sol que conecta con la Carrera de San Jerónimo -la manzana comprendida entre las calles de Carretas y Espoz y Mina- queda dentro del área de "ocupación máxima" delimitada por Fomento para los próximos siete meses. El Ayuntamiento no quiere perder ese movimiento Mayor-Carrera de San Jerónimo, así que lo que hará es desviar los coches por un carril lateral que se está asfaltando estos días y que, girando a la izquierda desde Mayor, bordea toda la glorieta, se come parte de la acera -llevándose por delante una fuente- y alcanza Alcalá. Una vez ahí, el carril se convierte en dos y sube hacia Cibeles (véase gráfico).

Responsables del área de Movilidad admitieron ayer que podría producirse cierto atasco al concentrar en un solo carril lateral todo el tráfico de Mayor, aunque confiaron en que siempre habrá alguien que se desvíe por el lado contrario, subiendo por Carretas, callejeando y volviendo a bajar por Espoz y Mina a Carrera de San Jerónimo. Pero lo que más preocupa a Movilidad es la posibilidad de que se produzca un atasco humano en la acera entre Alcalá y la calle del Carmen. "Hemos conseguido dejar una anchura de acera de seis metros, y esperamos que será suficiente", dicen estos responsables.

- Desvíos por Gran Vía y Bailén. La calle del Arenal "no se peatonalizará, sino que simplemente dejará de recibir coches de Sol", explican los técnicos municipales. Sí se podrá acceder a Arenal más adelante, por calles como Maestro Victoria o Costanilla de los Ángeles. Pero los conductores que vengan por Alcalá y quieran llegar, por ejemplo, a la plaza de la Ópera o a la plaza de la Villa, deberán desviarse por Gran Vía, alcanzar la plaza de España y desde allí girar a Bailén y la calle Mayor.

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- Las dársenas de autobuses se desplazan a Alcalá y Sevilla. Siete líneas de autobús de la EMT tienen su cabecera en Sol: las número 5, 15, 20, 51, 52, 53 y 150. Todas se verán afectadas por la segunda fase de las obras de Fomento, que obligan a trasladar las paradas a las calles de Alcalá y Sevilla (véase gráfico). En el caso de las líneas 5 y 150 ha sido necesario incluso construir una dársena en mitad de Alcalá para que los usuarios puedan subir y bajar. Otra línea más, la número 3, también atravesaba la Puerta del Sol, pero su recorrido fue modificado hace casi dos meses, cuando el Ayuntamiento cerró definitivamente al tráfico la calle de la Montera. La línea número 50, que baja por la calle de Esparteros, pasa por Sol y vuelve a subir por Carretas, por lo que no modifica su ruta "por el momento".

Todos los desvíos, subraya Movilidad, comenzarán el sábado sólo si Fomento ha terminado de construir las nuevas dársenas para ese día.

- Los taxis sólo podrán entrar con viajeros. Para paliar la falta de espacio que comportarán las obras, El gobierno municipal ha decidido aumentar las restricciones actuales. Para empezar, los taxis tendrán prohibido entrar en Sol cuando vayan libres. Las paradas de taxis se trasladarán a la calle Mayor.

"Llevamos dos años con este ruido metido en la cabeza"

Varios obreros se afanaban a media mañana de ayer para terminar de asfaltar a tiempo el nuevo carril lateral que, a partir del sábado, desviará el tráfico de la calle Mayor por un lateral de Sol. A escasos tres metros de donde ellos atacaban el suelo con el "¡tacatacatacatá" de los martillos neumáticos, se desesperaba Arturo Llerandi, dueño de Casa de Diego, uno de los comercios más antiguos de Madrid.

"Mire, vaya por delante que a mí esta obra me gusta. Me parece necesaria, como casi todas las obras. Pero el hecho es que quienes trabajamos aquí sufrimos serios perjuicios desde hace ya dos años, y exigimos que se nos compense", afirma Llerandi, antes de proponer la forma de compensación: rebajas fiscales.

El empresario asegura que en estos dos años de obras la clientela ha caído en picado, aunque no precisa el alcance de las pérdidas. "El ruido es enorme y, entre el repiqueteo de las máquinas y el polvo que levantan, la fachada se la están cargando. ¿Quién me paga eso a mí?", inquiere, mostrando pequeños pedazos de fachada caídos en las últimas horas. Casa de Diego vende sobre todo paraguas -"entre las obras y la sequía, nos hacen polvo"- y abanicos, expuestos en el escaparate. "Las máquinas empiezan con el 'tacatacatá' y los abanicos van dando saltitos hasta que se cambian de sitio... Esto es un desastre", concluye.

Hay quien lo tiene peor, porque Llerandi, al menos, puede refugiarse en su local. Juan trabaja "un rato cada día" como limpiabotas, pegado a la valla de obra. "Estoy enfermo y, como vivo aquí al lado, el médico me ha dicho que es mejor que salga un rato a la calle y haga cosas. Este ruido me pone peor, claro. Pero qué le vamos a hacer. Es que dicen que van a hacer un intercambiador, y eso es mucha tela...", afirma. Juan deja en el aire una reflexión: "Si en Madrid hay algún día un movimiento de tierras, no se salva nadie. Porque es que está todo agujereado, ¿eh?".

Junto a él está Perico, quiosquero, que baja la vista malhumorado cuando se le pregunta cómo afronta la nueva fase de obras. "Pues mal. Llevamos dos años con este ruido metido en la cabeza, y aún quedan dos años más. Con este desvío nuevo, yo estaba preocupado porque el carril va justo por detrás del quiosco. Pensé: 'Alguna noche pasa un loco al volante y se estampa'. Pero no, al final lo han alejado un poco", suspira. Él no tiene descanso: "Vivo en Legazpi, que también está en obras. Cuando dejo el quiosco y vuelvo a casa, el 'tacatacatá' sigue ahí".

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