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Los jefes policiales encargados del 11-M afirman que la bolsa bomba siempre estuvo bajo control

Jorge A. Rodríguez

Los cinco máximos responsables de la investigación policial sobre el 11-M se declaran estupefactos ante las variopintas hipótesis de lo ocurrido que leen en algún medio de comunicación. Su trabajo se ha extendido a hechos ocurridos antes, durante y después del ataque combinado de Madrid, y lo han realizado con el actual Gobierno socialista y con el anterior del PP. Les han acusado incluso de amañar la investigación. Un comisario, dos inspectores jefes y dos subinspectoras de la Unidad Central de Inteligencia (UCI) y de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) se han prestado a detallar conjuntamente a EL PAÍS qué han investigado, cómo lo han hecho y hasta dónde han llegado.

"Todos los indicios se han investigado desde el principio y sin sesgo ni presión alguna. Y ahí están todas las pruebas"
"La ejecución material tiene nombre y apellidos, y son los conocidos. No tengo duda de que es una célula islamista local"
"En el Ifema, había que acreditarse para pasar a la zona donde se encontraba el explosivo desactivado"
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- La bolsa bomba. Es uno de los capítulos sobre los que han leído hipótesis que les indignan. Sobre todo porque se ha llegado a insinuar que la bolsa bomba que no llegó a estallar en el tren que se detuvo en la estación de El Pozo pudo ser depositada a posteriori por una mano negra con el fin de involucrar a los terroristas que, en efecto, resultaron ser los presuntos autores del múltiple atentado, como sostienen sin dudar los investigadores. "Al llegar al Pozo, lo primero que se hizo fue tender cordones de seguridad y auxiliar a las personas que estaban allí. Hubo gente que ayudó a sacar efectos de los trenes, que se amontonaron en el andén, pero esa gente estuvo poco porque luego se encargaron los bomberos. Según los Tedax, ellos revisaron los efectos que continuaban dentro de los trenes, pero no con perros". Las mochilas, abrigos y otros efectos que estaban junto a los cadáveres sobre el andén fueron recogidos por el Selur [un servicio especial de limpieza], y cargados en dos furgonetas policiales, "siempre bajo control policial". "El dispositivo era tan enorme que a veces las decisiones fueron contradictorias". Una de las subinspectoras se refiere a que primero fueran llevados los efectos a la comisaría de Vallecas, luego (sin sacarlos de las furgonetas) al Ifema y de nuevo a la comisaría. "A las nueve o nueve y media se dejó todo en un local de los bajos de la comisaría, bajo llave y custodiado... Hasta que se ordena hacer inventario". Un inspector hace entonces una reflexión: "¿Quién ha dicho que se podía anular esa prueba? Se ha obtenido sin vulnerar derechos fundamentales, sin actuaciones ilícitas, que es cuando se podría anular. Incluso si se hubiera roto la cadena de custodia, que en absoluto ha sido así porque en el Ifema estaba bajo control policial y para pasar a la zona donde se encontraba había que acreditarse, tampoco se invalidaría lo obtenido a partir de ella". "Así que asunto resuelto hasta que se inventen otra cosa. La teoría de la manipulación de la prueba de la mochila es absurda", sentencia el otro inspector. "Además, la mochila era igual a otra que los Tedax explosionaron".

- La tesis de ETA. De ETA no han visto ni rastro. Están convencidos, y tienen pruebas de ello, de que el 11-M fue obra de una célula islamista local con dos líderes: Jamal Ahmidan, el Chino, el jefe operativo, y Serhane Fakhet, el Tunecino, doctorando en Económicas y cabeza pensante. "La ejecución del 11-M tiene nombre y apellidos y son los que todo el mundo conoce", sentencian.

Los cinco reunidos, que se niegan a ser identificados o fotografiados (trabajan en la calle y no quieren problemas), no entienden a qué obedece el intento de descalificar el trabajo de miles de funcionarios. "La Comisaría General de Información en pleno se puso a trabajar con todos sus medios y comprobando todo en medio del caos del 11-M. Miramos todo por si aparecía algo, lo que fuera. Hasta que apareció algo", rubrica un inspector: la Renault Kangoo hallada en Alcalá de Henares, la mochila bomba desactivada y las ropas tiradas por los terroristas en la estación de Vicálvaro, que era la primera prueba (fue recogida el 11-M a las 9.30). El resto de pruebas remachan lo conocido. Por partes.

- La furgoneta de Alcalá. "Al principio, tras comprobar que era robada, fue revisada con un perro que no detectó las sustancias volátiles del explosivo, entre otros motivos porque el pequeño resto que había estaba en una bolsa hermética", explican. Las huella de Daoud Ouhnane y restos de ADN de Abdenabi Kounjaa, Rifaat Anouar Asrih y Allekema Lamari se hallaron más tarde.

- La trama asturiana. "Los detonadores, no los explosivos, ni la tarjeta ni el teléfono hallados en el Pozo, son los que nos llevan a Asturias. De lo de los teléfonos nos enteramos en Asturias, el 16 de marzo por la tarde", explican los investigadores. "Fuimos a comprobar de qué mina habían podido salir los detonadores. Descubrimos que en Asturias había alguien que había trabajado en Caolines de Merillés que podía saber algo". Era José Emilio Suárez Trashorras. "Tuvimos cuatro entrevistas con él. En la tercera se derrumbó. Dijo que tenía contactos con un tal Rafa [Zouhier], a quien conoce por su cuñado [Antonio Toro]. Y lo de ETA no salió por ninguna parte, pero, de haber salido, los de información interior lo hubieran trabajado. Allí había gente de información exterior, de interior, del CNI... Pero es que no aparece nada de eso, salvo informaciones periodísticas. Todos los indicios o vías que han surgido se han investigado sin sesgo ni presión alguna", subrayan. "Cuando ya se derrumba Trashorras, identifica a Zouhier y habla de un tal Mogli [Jamal Ahmidan]. Cuando le preguntamos por los explosivos nos dijo que no sabía nada pero admitió que los moritos se llevaron explosivos y detonadores". "Cuando aún se está en Asturias", agregan, "es cuando nos enteramos de lo de los teléfonos y vemos, sin que lo sepa Trashorras, que la línea de investigación de los detonadores y la de los teléfonos cuadran".

- La sudadera de Vicálvaro. Es en realidad la primera prueba. Se obtiene gracias a que varios testigos ven cómo varias personas se alejan a toda velocidad de los trenes, se quitan parte de la ropa que llevaban y la echan a un contenedor. Las prendas las recoge la Guardia Civil y son sometidas a pruebas de ADN. "Al principio se obtienen cuatro perfiles genéticos anónimos, que no se sabe si tienen relación con los atentados. Es mucho más tarde, cuando se produce el suicidio de los terroristas, cuando se obtienen sus perfiles genéticos, cuando se ve que los cuatro rastros de ADN, hasta entonces anónimos, eran de Otman el Ghanout (preso), Rifaat Anouar Asrih, Abdenabi Kounjaa y Mohamed Oulad Akcha (suicidas)". La primera prueba obtenida también cierra el círculo sobre la célula islamista del 11-M.

Vivienda de Leganés donde se suicidaron siete de los terroristas del 11-M.
Vivienda de Leganés donde se suicidaron siete de los terroristas del 11-M.MANUEL ESCALERA

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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