La amenaza de lluvia y el ambiente frío aceleran el paso de la Romeria de les Canyes en Castellón
Miles de personas participan en el recorrido hasta el Castell Vell y la Magdalena
La meteorología no restó participantes a la tradicional Romería de les Canyes celebrada ayer en Castellón, ya que algunas estimaciones situaron la afluencia en unas 100.000 personas. Sin embargo, sí aceleró la marcha de muchos romeros que, ante el ambiente frío y la amenaza de lluvia durante buena parte de la mañana, optaron por apurar el paso y llegar al cerro sobre el que se asientan el Castell Vell y la ermita de la Magdalena, que da nombre a las fiestas fundacionales, antes de lo acostumbrado. El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, fue uno de los participantes.
El día amaneció totalmente nublado, pero miles de castellonenses quisieron cumplir con el ritual que evoca la bajada de los antiguos habitantes del Castell Vell a La Plana para fundar, según la tradición, la ciudad de Castellón. Los romeros partieron a primera hora de la mañana en dirección al cerro, después de recoger, en la plaza del Ayuntamiento la caña que les acompaña durante todo el camino.
En el reparto de cañas se dieron cita el alcalde, Alberto Fabra, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, el secretario general del PSPV-PSOE, Joan Ignasi Pla, el consejero de Cultura, Educación y Deporte, Alejandro Font de Mora, y el consejero de Territorio y Vivienda, Rafael Blasco. Sin embargo, se percibió la ausencia, al igual que ocurrió el año pasado, del presidente de la Diputación, Carlos Fabra, quien luego sí se dejó ver, en una barrera de la plaza de toros junto a la ex ministra de Educación, Pilar del Castillo. Antes de iniciar la marcha también destacó la presencia de un grupo de personas que, durante todo el recorrido de la romería, lucieron la bandera del orgullo gay.
Para esta edición, en la que las fiestas fundacionales de Castellón cumplen 62 años de vida, se repartieron alrededor de 30.000 cañas que son cuidadosamente preparadas durante todo el año con el objetivo de que cumplan con su fin, el de servir de apoyo para el recorrido de los mismos ocho kilómetros que se supone que recorrieron los fundadores de la ciudad, en 1251, para desplazarse de la montaña a la fértil tierra de La Plana.
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