El negacionismo del 11-M
La Corte Europea de los Derechos Humanos trata de homogeneizar la situación penal del negacionismo. Una parte importante de los Estados europeos lo considera delito en su aplicación al Holocausto; otros, como España y Suiza, lo consideran igual respecto al intento de negar cualquier crimen contra la humanidad del que las fuentes, evidencias y pruebas han elevado a hecho histórico.
Tal vez uno de los aspectos más interesantes de esta doctrina es que explora en la profunda ilicitud e inmoralidad que supone intentar negar un crimen horrendo, o simplemente su verdadera y contrastada naturaleza, para obtener argumentos y beneficios políticos tales como tratar de manipular a la opinión pública o siquiera a una parte.
Las víctimas del crimen, descendientes, familiares o amigos ven cómo a aquel se le trata de añadir su impunidad. El que ejerce el negacionismo está perdonando a los verdaderos criminales, y por esa vía se hace cómplice. Además, ocasiona el irreparable daño, ante su falta de escrúpulos, de contribuir a las condiciones para que el crimen se repita al promover la ignorancia de sus verdaderas causas.
Puede que alguien pretenda que nos acostumbremos a actitudes ya reincidentes como la de Manuel Soriano en Telemadrid. Una vez más, con el reportaje Las sombras del 11-M, se ha situado en las sombras del negacionismo. Yo no lo acepto, y pido que se pueda actuar de una vez contra tanta crueldad, al amparo de una cadena pública, tal vez de una cadena de complicidades políticas o puede que del conocimiento exquisito de los límites de la ley, para llevar el cinismo a sus últimas consecuencias. Si ésta es la posición oficial de algún Gobierno o partido, que salga a la luz, no hace falta una declaración, basta dejar en su puesto a Manuel Soriano.