Un palacio para la ciencia
La Casa del Cordón se define como el espacio de la Vital para las exposiciones más técnicas
La recién rehabilitada Casa del Cordón, propiedad de la Vital, se ha inclinado por dedicar su espacio expositivo a los contenidos científicos y divulgativos. Tras una andadura poco definida hasta que se emprendió su restauración, el edificio civil más antiguo de Vitoria se ha convertido en una cita con la historia, la antropología o la ciencia con exposiciones destinadas al llamado público en general. Quizá el mejor ejemplo de esta nueva andadura sea la muestra que se presenta hasta el 19 de abril, Vivir en el espacio, una exhibición de las curiosidades que conlleva la vida de los astronautas. Todo un salto en el tiempo con respecto a la anterior muestra, dedicada a la vida de los indígenas de Papúa-Nueva Guinea.
'Vivir en el espacio' pretende aclarar cómo es la vida cotidiana de los astronautas
¿Qué comen los cosmonautas?, ¿cómo se les llamaba en la antigua Unión Soviética?, ¿qué beben?, ¿en qué compartimentos se introducen cuando viajan?, ¿cómo solucionan sus necesidades fisiológicas? Maquetas, reproducciones y fragmentos auténticos de diversas casas espaciales permiten hacerse al público una idea del modo de vida que llevan estos profesionales en cada una de sus misiones. Por ejemplo, se puede ver el curioso asiento de forma fetal que servía para realizar las salidas al exterior. O los pañales para largos paseos espaciales o los primeros microondas empleados en las iniciales excursiones interestelares.
No faltan anecdotas divertidas, como las que recuerda el comisario de la muestra, Samuel Hernández. En los primeros años de la carrera espacial cualquier nimiedad era un problema básico, como escribir en ausencia de gravedad. "Los norteamericanos, que habían realizado costosas inversiones en diseñar unos bolígrafos aptos para escribir en el espacio, les preguntaron a los soviéticos cómo escribían ellos, y éstos, siempre más prácticos, les respondieron: 'Con lápices".
No faltan los alimentos que se llevaban én las cápsulas, incluyendo los famosos refrescos de cola estadounidenses. Algunos de los objetos mostrados fueron empleados en momentos históricos, como el espejo de trabajo extravehicular que llevaba Sergei Zalyotin cuando comandó la MIR; el gorro de comunicaciones que usó Story Musgrave cuando reparó el Hubble, o el guante con el que se entrenó Gene Cernan, el último hombre que pisó la Luna.
La llegada del hombre a la Luna, un paso de gigante para la humanidad, no podía faltar en esta exposición. Es recordado con un traje Apollo A7L como el que llevaba Neil Armstrong cuando pisó al superficie del satélite, que fue modificado para la misión del Apollo XV, dando como resultado el traje Apollo 7LB, también presente en la muestra.
Se exponen, además, varios trajes Sokol como el que llevó Pedro Duque en su última misión y algunos elementos del traje EMU, del tipo empleado por Miguel López-Alegría en sus paseos espaciales. Y, por supuesto, los mapas interestelares que les permitían guiarse por el Universo.
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