El Madrid prosigue su racha

El Madrid prosigue su racha. En un momento clave, cuando su abultado bagaje de derrotas en la Liga ACB y su encuentro con los mejores de Europa provoca una exigencia máxima y un margen de error mínimo, ha encontrado su mejor ritmo de juego. Si bien no termina de ser un colectivo redondo, el encaje de las piezas rechina menos que hace un mes y cada cual está realizando su trabajo con convencimiento, valor muchas veces por encima de cualidades más técnicas. En un partido intenso y jugado a trompicones, se llevó por delante a Estudiantes y prosigue su escalada gracias a una victoria que vale doble, por lo que da y por lo que quita a un rival directo.

Llegaban ambos equipos avalados por sus últimos resultados, pero, viendo el primer cuarto, este optimismo parecía fuera de lugar. La falta de acierto fue de tal calibre que las canastas casi se cantaban como goles, aunque no se podía decir que tal desacierto provenía de una mala lectura del juego. Las particularidades y los movimientos de hombres y tácticas que provocaban los entrenadores ofrecían muchos desajustes y desventajas. Casi todo estaba bien pensado, pero mal ejecutado, pues la puntería estaba desviada. Así se llegó al final con un tanteo de balonmano (14-11).

Si este arranque resultó desconcertante, todavía fue más sorprendente lo que ocurrió a continuación. Salió Scales, metió dos tiros seguidos y el partido se puso de fiesta. Un dato definitivo. En seis minutos entre ambos equipos lograron un increíble 16 de 18. Las canastas, vedadas hasta ese momento, entraban con una naturalidad aplastante. Daba igual quien lanzase. El partido alcanzó momentos de éxtasis, sobre todo cuando la conexión Sergio Rodríguez-Carlos Suarez hizo de las suyas. El alero estudiantil ha explotado y su entendimiento con el imprevisible base resulta explosivo, pues son capaces de aunar la efectividad con una estética atractiva. Alguien tenía que descabalgarse primero de este festival. Pensar que el partido podría continuar por esa dinámica era soñar despierto, por lo que el tercer acto se pareció mas al primero que a otra cosa. El partido volvió a trabarse hasta que en el último segundo un palmeo de MacDonald dejó las cosas como al principio (54-54). Así continuó, sin ninguno capaz de hilar fino más allá de un par de jugadas, por lo que la resolución quedó expuesta a lo que pudiesen ofrecer los dos conjuntos en la zona de definición, a la que se llegó como si antes no hubiese pasado nada (63-63 a falta de dos minutos y medio).

No es este terreno donde Estudiantes y Madrid se muevan como pez en el agua y lo volvieron a demostrar. La colección de errores, malas decisiones y fallos en la línea de tiros libres fue numerosa. Pero el Madrid fue menos productivo en esta cadena negativa y eso fue lo que finalmente le dio una victoria necesaria que alarga su momento dulce. Más no puede pedir.