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Columna
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Hora de votar

co y la economía de mercado son los responsables de su perra suerte. No sospechan que las recetas que el comandante Humala les ofrece son peores que la enfermedad, y que si éste llegara al poder, sus condiciones de vida empeorarían todavía más.

Aparte de Hugo Chávez, el otro modelo de Ollanta Humala es el general Juan Velasco Alvarado, que encabezó entre 1968 y 1975 una dictadura militar que nacionalizó tierras, industrias, medios de comunicación, suprimió toda forma de vida democrática y sumió al Perú en una crisis económica y un desprestigio internacional sin precedentes, sólo comparable al que produjo el gobierno de Alan García (1985-1990) con la hiperinflación, las estatizaciones y la guerra al sistema financiero internacional que empobrecieron y dejaron al país moral y políticamente en ruinas. Que, pese a semejantes precedentes, el comandante Humala ofrezca repetir dicho modelo socio-económico y que casi un tercio de los peruanos lo apoye, dice mucho sobre la desinformación, la amnesia y el masoquismo que aderezan a veces la política en el Tercer Mundo.

¿Podrá mantener Lourdes Flores hasta el 9 de abril la ventaja de ocho a diez puntos que las encuestas señalan sobre su competidor más cercano? Ojalá que así sea, pero no está asegurado. Es la primera vez, con ella, que la democracia cristiana, un partido que siempre tuvo un techo urbano y limeño, rompe esos límites y consigue una audiencia muy amplia a lo largo y ancho del país. Y es mérito de la candidata, una abogada que se hizo conocida en 1987, oponiéndose a los intentos de estatizar los bancos de Alan García. En los últimos años ha recorrido incansablemente el interior y los sectores más pobres y marginales, explicando, de manera sencilla, sin demagogia, que la pobreza se combate sólo de una manera, creando empleo y riqueza, y que ello es posible si hay una política que incentive las inversiones, la apertura de nuevas empresas, promueva la educación y la salud, y vaya creando aquella igualdad de oportunidades sin la cual la democracia es letra muerta para la mayoría de la población.

Lourdes Flores ha resistido con éxito hasta ahora las campañas de guerra sucia -diatribas y calumnias a granel- que, el APRA, gran especialista en la materia, ha desatado contra ella. Su condición de mujer la favorece. En el Perú, igual que en otras partes, se tiene la impresión de que las mujeres son menos propensas a la corrupción que los varones (ocurre, por ejemplo, con la policía femenina) y, también, de que, justamente por los esfuerzos enormes que han tenido que hacer para sobresalir en una sociedad tan machista como la peruana, están mejor preparadas para asumir responsabilidades de gobierno. Todas las encuestas dicen que si Lourdes Flores pasa a la segunda vuelta, se impondrá fácilmente a Ollanta Humala, o al candidato que figura tercero en los sondeos: Alan García.

Que, con sus truculentas credenciales, el presidente que trajo al Perú más cataclismo social y económico que la guerra del Pacífico, figure tercero en esta liza muestra hasta qué punto, en esta campaña electoral, el olvido es un protagonista mayor, y cómo el histrionismo influye más en ella que los programas y las ideas. Al inicio de su campaña, Alan García se mostró muy serio, tratando de demostrar que había cambiado, que ya no era más el jovencito alocado y demagogo que destrozó al país que le confió la Presidencia. Exponía un proyecto social demócrata de centro izquierda, con algunas coces a los empresarios y a las transnacionales, para no perder la costumbre. Pero, como esta estrategia responsable lo iba alejando de los dos punteros, comenzó de pronto a condimentar sus presentaciones públicas con el exhibicionismo coreográfico, bailando los bailes de moda, el raeggeton y el perreo. Muchos creímos que este espectáculo del líder cincuentón, obeso y pelopintado, moviendo con furia el trasero para ganarse a la juventud, lo hundiría del todo en las encuestas y el ridículo. Pero, no ha sido así: ha comenzado a ganar puntos y algunos dicen que, si sigue meneándose con tanto ahínco, podría superar a Humala y disputar tal vez la final con Lourdes Flores.

© Mario Vargas Llosa, 2006. © Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a diario EL PAÍS, SL, 2006

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