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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Explotación del éxito estatutario

Los dos partidos mayoritarios valencianos, PP y PSPV, han celebrado esta semana la aprobación del proyecto de Estatuto de Autonomía por el Senado, trámite previo al de su ratificación por las Cortes Valencianas el próximo día 27, y no la simbólica del 25 de abril, como estaba previsto, por razones no demasiado explicitadas, pero cuya anticipación parece convenir a los protagonistas. Una jornada histórica aquella, que ha aunado en un brindis a nuestros principales dirigentes populares y socialistas que, no obstante, se han disputado sin concesiones el aprovechamiento mediático y partidario del episodio. Suyo ha sido el alumbramiento y justo es que expriman comúnmente lo que ya es una efeméride.

"Hay motivos para creer que el listón electoral del 5% no se encogerá"

Las imágenes y crónicas del evento revelan un júbilo e incluso exaltación que, a nuestro entender, es exclusiva de la elite política de los mentados partidos, pues ni el contenido y debate del texto que se tramita ha proyectado a lo largo de su gestación la menor temperatura política sobre el vecindario. No es una crítica negativa, sino la constatación de un hecho que, a la postre, traduce la ligera o nula tensión que provoca por estos pagos la amplitud y profundidad del ámbito autonómico. En realidad, y dicho sin rodeos, al personal le importa un ardite el Estatuto, acerca de cuya reforma -todo hay que decirlo- el Gobierno y los medios públicos de comunicación han desarrollado poca o ninguna pedagogía.

A dicha apatía o distanciamiento contribuye asimismo la marginación voluntaria u obligada de los nacionalistas de todo pelaje y de la coalición de izquierdas. No han estado en la gestación de la reforma estatutaria, discrepan de lo acordado y no participan de un fasto que, a su juicio -de nacionalistas e izquierda-, sólo favorece a la derecha. Una ausencia que, obviamente, no merma la legitimidad de la reforma estatutaria, pero que sí delata un déficit democrático, premonitorio del duopolio político hacia el que nos abocamos: dos siglas, una misma sensibilidad. La jovialidad y cava compartido en la Cámara alta por el presidente Francesc Camps y Joan Ignasi Pla, con sus respectivas cohortes, son un avance de ese escenario.

La fatalidad podría enmendarse. Para ello, como es sabido, habría que modificar la ley electoral y reducir a tres la tan traída y llevada barrera del 5%. Los socialistas así lo proponen, aunque con dudosa resolución. Joan Lerma, el ex presidente de la Generalitat y portavoz senatorial, ha sido explícito en la negativa, y otro tanto ha hecho el dirigente popular Serafín Castellano: "De eso, nada", ha dicho, y en el mismo sentido se han pronunciado instancias partidarias más altas. O sea, que hay motivos para creer que el listón no se encogerá. Las minorías de izquierda y nacionalistas tendrán que buscar otros caminos para potenciar su presencia y beligerancia. Acabar con la fragmentación podría ser el idóneo.

A partir de ahora, con el nuevo Estatuto en vigor, lo que procede es sacarle partido a los acuerdos y progresos, que algunos hay. Por lo pronto, habrá que ver cómo se articula la llamada Carta de Derechos Sociales, que garantiza una renta mínima o renta de ciudadanía. Algo más decisivo para el bienestar general que la facultad de disolver las Cortes, ya que la gobernabilidad está bien asegurada con la hegemonía de los dos grandes partidos.

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Y no resulta menos llamativo el propuesto Consell Audiovisual, concebido para garantizar -o eso cabe suponer- la independencia de los medios de titularidad pública. Una verdadera aventura y novedad, tratándose de dos formaciones, decimos de las mayoritarias en el País Valenciano, que sólo han demostrado hasta el momento, mientras han gobernado, ser expertas en el control y manipulación informativa. Después del prorrateo amical y arbitrario que acaba de hacer el PP valenciano con las TV locales y comarcales tenemos razones para sospechar que este precepto del Estatuto puede quedarse en papel mojado. En cualquier caso, pronto veremos en qué acaba el acontecimiento que glosamos.

El 'macrobotellón'

Valencia no va a ser una excepción en el concierto de ciudades españolas que han convocado y celebrado macrobotellones. Esto es, concentraciones masivas de jóvenes en torno al alcohol. El fasto se ha fijado para el próximo día 17 en el campus de Tarongers, de la Universidad de Valencia. Muy propio. Un hito tanto más chocante ahora que se pretende promover el turismo cultural hacia el cap i casal. A lo peor, el haber batido la marca mundial de borrachos por metro cuadrado en un solo día resulta más persuasivo que nuestro patrimonio museístico, musical y arquitectónico. Confiemos en que todo quede en mero propósito y no tengamos que colgarnos tan incívico récord en unas fechas sobradamente alegres. Tengamos la fiesta en paz.

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