No me prometas el cielo
Enumeremos algunos de los asuntos por los que nos llevó Jon Sistiaga en su reportaje Al Qaeda en la Red (Cuatro), con el que se inició la noche del miércoles el programa Cuatro x Cuatro: una alegre escuela de suicidas; la Yihad Academy (24 horas en la vida de un muyahid, con una estética al más puro estilo de videojuegos violentos tipo St. Andreas); un videoclip de otro islamista de Al Qaeda, un joven guapo de dulce voz que canta al lado de un arroyo en una especie de oasis; otra página web de Al Qaeda titulada Bienvenidos a la ciudad de los decapitados; las descarnadas clases de terrorismo de Mustafá Setmarian y las del dinamitero desconocido, que explica el montaje de explosivos en plan Bricomanía; los sermones de los ciber-imames; fotos terribles del 11-M y un rosario de spots de atentados; las acciones de francotiradores como el famoso Juba recogidas en vídeo; animaciones de maniobras terroristas en estética parecida a South Park, para los más pequeños.
Los videoaficionados están construyendo en Internet un universo paralelo al de la televisión que va a terminar dejando la competencia de los tiburones de los medios de comunicación en simples peleas de acuario. Hablan el lenguaje de las nuevas generaciones. No necesitan presupuestos ni grandes empresas. Llegan al último rincón del mundo. Como de costumbre, las mentes de los más jóvenes son el objetivo de quienes reclutan combatientes idealistas y entregados. Aquellos para quienes la muerte (propia o ajena) significa un simple GAME OVER. Para los fundamentalistas islámicos, la promesa es el cielo. Gran invento del marketing religioso de todos los tiempos.
El reportaje de Sistiaga era alarmante. Muy bien montado y presentado, sin estridencias. No era necesario. El contenido era pura pólvora. Todos sabíamos de la importancia de Internet para la difusión de Al Qaeda, pero con esta investigación pudimos constatarlo. Está bien dar la voz de alarma. La caja tonta y la caja de Pandora que es la Red son ahora vasos comunicantes. Las reglas han cambiado. Hagan juego.
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