Titulares
Una noticia no es un titular, no debería serlo. Si el mundo se cuenta en titulares, provocamos una cadena de reacciones equivocadas. Si decimos, por ejemplo, que el 40% de las mujeres cobran menos que los hombres y evitamos averiguar cómo se forma ese 40%, podemos creer que la solución es tan simple como favorecer a la mujer con un sistema de cuotas; pero estaríamos ocultando la tendencia femenina a las carreras peor remuneradas, y también el repliegue de la mujer a la hora de la maternidad; son asuntos relacionados, por supuesto, con una sociedad que favorece al hombre como individuo más competitivo, pero conviene analizar los datos para hacerse una idea aproximada del origen de los porcentajes que aparecen en titulares. Si aislamos las brutalidades que se practican en Guantánamo sin relacionarlas con el maltrato sistemático que se ejerce sobre la población carcelaria americana, cabría suponer que la atrocidad de Guantánamo es una realidad excepcional en la que intervienen factores de desprecio hacia otras religiones y otras culturas. No parece así cuando se tienen noticias de cómo es el trato a los propios ciudadanos americanos una vez que están entre rejas. En estos días se debate la posibilidad de que finalmente se derogue la ley por la cual en algunos Estados las presas dan a luz esposadas y con los pies encadenados a la camilla. La decisión última del encadenamiento depende del funcionario que las custodia, y la razón que esgrimen los partidarios de las cadenas es el peligro de fuga o agresión. Las organizaciones de defensa de los derechos humanos afirman que sólo un idiota puede imaginar a una mujer con dolores de parto fugándose del hospital con un bisturí en la mano. Estos días, una muchacha negra condenada por falsificar cheques ha reactualizado el asunto demandando al Estado: con sólo 50 kilos dio a luz a un bebé de cinco, soportando doce horas de dilatación y parto atada de pies y manos asistida sólo por un Tylenol. Los médicos no pudieron convencer al oficial que la custodiaba y las lesiones estarán para siempre en su espalda. La foto de esa joven encadenada dando el biberón al niño se publicó en el periódico. No era Irak, ni Guantánamo ni Abu Ghraib. No es algo que amenace el equilibrio del mundo, pero está provocado por la misma brutalidad.
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