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Columna
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"Se traspasa partido"

El Partido Andalucista corre el riesgo de salir del mercado de valores de la política. Hace tiempo que dejó el IBEX 35 -el parqué de los grandes- y su presencia es cada día más testimonial en el mercado continuo. Después de ocho años de gobernar en coalición con el PSOE, las acciones del PA volvieron a desplomarse tras las pasadas elecciones autonómicas. Su nominal, antes cuantioso, está ya prácticamente descontado en la política regional y la cotización de sus títulos bajo mínimos por el escaso volumen de negocio. Si el PA fuera una empresa -durante demasiado tiempo así lo pareció- debería disolver la sociedad. Han huido del partido la mayoría de las familias que lo sustentaban. Van desapareciendo los pequeños accionistas, los votantes. Y han perdido de muchas instituciones, Junta y ayuntamientos de Sevilla o Granada, por citar algunos ejemplos, esa acción de oro con la que lograban sentarse en un sillón preferente de los distintos consejos de administración. Según los analistas, es un valor a la baja y con escasa capacidad para hacer frente a una OPA hostil hacia sus votantes. Incluso hacia sus militantes. Las encuestas publicadas con motivo del 28-F han vuelto a advertir que se trata de una opción de alto riesgo, dada su gran volatilidad.

Al igual que las empresas de la nueva economía, el PA tuvo su boom. Se reflotó con la Consejería de Turismo de la Junta. Ideó generosas campañas de publicidad, con el beneplácito de la empresa matriz y disparó artificialmente su cotización hasta convertirse, a pesar de su escasa magnitud, en una sociedad muy codiciada por sus dos principales rivales. En algunos sitios se convirtió en la llave para manejar el mercado hacia uno u otro lado. Por eso, a pesar de que era un producto escasamente consumido, logró un lugar de privilegio en las estanterías de la política. La mayoría absoluta de Chaves pinchó la burbuja andalucista y la filial turística de la administración regional volvió a manos del operador principal. Éste último cambió las delegaciones en las provincias, los puestos en las ocho gerencias territoriales y la ingente estructura administrativa que había permitido que el PA fuera lo mismo que la Andalucía que ellos idearon: Partido Andalucista sólo había uno, al igual que sólo era una Andalucía. Se recompuso la oferta y mostraron su amplia gama de productos: Antonio Ortega, Alejandro Rojas Marcos, Julián Álvarez, Antonio Moreno, Patricio González...

Ahora la empresa va a la deriva. Su pasivo es mayor que su activo, lo que en términos económicos la convierte en una sociedad con un patrimonio neto negativo. En otras palabras, el PA se encuentra en quiebra técnica. En él apenas se sostiene en pie el presidente del consejo de administración. Algunos consejeros huyeron en cuanto sus stock options se quedaron "out the money", sin un duro. Otros, los que han intentado promover una moción de censura para cambiar al líder del consejo de administración, están siendo arrojados a los tiburones financieros. El PA fue durante mucho tiempo como Endesa. Jugó a escondidas al amor y al desamor con sus dos principales pretendientes y con ello aumentó artificialmente el valor de su cotización. Ahora, justo en el momento en el que se están negociando las nuevas condiciones del mercado -la reforma del Estatuto de Andalucía- el único partido que limita su cotización al parqué autonómico está al borde del expediente de regulación de empleo.

Así es la oferta y la demanda. Resulta que un producto seguro y de renta fija en otras comunidades autónomas, en Andalucía los ciudadanos no lo consumen. Algo tendrán que ver en ello sus gestores. Éstos llevan años empeñados en cambiar continuamente la etiqueta, lanzando además propuestas con la fecha de caducidad cumplida. Por si fuera poco, el código de barras no identifica el proyecto. Unas veces lo colocan a la derecha del envase, otras a la izquierda. Y demasiadas veces en ambos sitios a la vez. Pero sólo Dios es omnipresente. Quizás por eso ahora sólo queda encomendarse al cielo. Para ello han utilizado como mediador a Monseñor Amigo. Pero cuidado, en nombre del todopoderoso se empieza pidiendo una ponencia espiritual para el Estatuto de Andalucía y tarde o temprano se termina pagando con una larga penitencia. Ay señor.

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