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LECTURAS PARA ENTENDER CHINA

Política, filosofía, presente y pasado

SOBRE LA China actual se han publicado dos estudios: Made in China, de Manel Ollé (Destino), que analiza con claridad y fluidez los diferentes aspectos de la evolución política, sociológica y cultural reciente que conforman el complejo panorama actual del gigante asiático. En Política exterior de China (Bellaterra), con un título muy explícito, Xulio Rios reúne una colección de 12 artículos acerca de las diferentes facetas del tema, enfocadas desde distintas perspectivas, ya que sus autores son economistas, historiadores, politólogos o sociólogos de nuestro país, pero también de Portugal, México, Argentina y China.

Sobre la China antigua mencionaré en primer lugar Confucio, de Jean Levi (Trotta), un interesante estudio. Por su parte, el profesor de historia de la medicina en la Universidad de Harvard Shigehisa Kuriyama propone, en La expresividad del cuerpo y la divergencia de la medicina griega y china (Siruela, traducción de Albert Galvany), un recorrido por las sendas llenas de recodos de dos de las principales tradiciones médicas e intelectuales. Como punto de partida, Kuriyama se pregunta cómo es posible que una instancia tan aparentemente universal como el cuerpo pueda generar percepciones y experiencias tan divergentes. Con gran erudición y remitiéndonos a textos médicos antiguos y relatos literarios Kuriyama nos ofrece su doble mirada sobre cuestiones como el discernimiento del pulso, la expresividad de los músculos o el significado de los colores. Por último, Mitos chinos, de Anne Birrel (Akal, traducción de Francisco López Martín), es un breve estudio recopilatorio de los principales relatos y motivos de la mitología china, organizado por temas. Teniendo en cuenta que se trata de una experta en la materia, esta obra decepciona por su superficialidad, su ausencia total de referencias y de notas, pese a ser tan necesarias, su exigua bibliografía y su aparente falta de rigor. Anne Birrell traduce los nombres de los mitos o de lugares basándose en grafías inciertas, sin justificación ninguna y sin que con ello aporte nada más que confusión y entorpecimiento de la lectura. En ocasiones, ni siquiera se molesta en dar el nombre chino (es el caso de "Cruelarado Tumulodetierra", por ejemplo). El galimatías resultante provoca que el lector acabe ignorando los verdaderos nombres de los mitos y sólo los conozca por las arriesgadas traducciones que da la autora.

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