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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

MIRADOR

Derechos humanos. Los países europeos, tan proclives al complejo de superioridad en derechos humanos, han recibido un varapalo del Consejo de Europa. Ante la falta de respuesta a su petición de información sobre el uso de cárceles y vuelos secretos por la CIA, su secretario general, Terry Davies, ha concluido que "la mayor parte de Europa parece ser un excelente terreno de caza para los servicios de seguridad extranjeros". Mirar hacia otro lado ante los desmanes en casa también es un pecado político.

Greenwich. Buena parte de la docena de bombas colocadas por ETA en las últimas semanas iban dirigidas contra empresas que se resisten a pagar la extorsión, pero otras afectaron a instalaciones como oficinas de Correos, en dos ocasiones, o, la última, una sede del Instituto Social de la Marina, que se encarga de la gestión de las pensiones de los trabajadores del mar. Se ignoran las razones, pero tal vez sean las del terrorista protagonista de El agente secreto, de Josep Conrad: "Para que una bomba tenga cierta influencia en la opinión pública (...) tiene que ser puramente destructiva, (...) tan absurda que resulte incomprensible, inexplicable, casi inconcebible". Para conseguir ese efecto, el protagonista, apodado El profesor, decide colocar una bomba en el Observatorio Meteorológico de Greenwich.

Juicio a Sadam. Cuatro meses de proceso, tres cambios de juez, un abogado defensor asesinado y otro huido. No es de momento un buen balance para un juicio que debía ser ejemplar. Pese al peligro de sentencia de muerte, el dictador derrocado se permitió el lujo, ayer, de asumir que en 1982 había mandado arrasar el pueblo de Dujail, y juzgar y ejecutar a 148 chiíes porque, supuestamente, habían querido asesinarle. Mientras avanza la matanza, que ya es casi una guerra civil, da la impresión de que Sadam Husein está haciendo política desde el banquillo de los acusados para defender que él mantuvo a Irak unido. Por el miedo.

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