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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El Bosco del siglo XX

Primera retrospectiva en España del pintor alemán Otto Dix (Gera, 1891-Singen, 1969). Esta muestra consta de 84 obras, entre óleos, acuarelas, guaches y dibujos, que abarcan un arco cronológico entre 1914 y 1969; o sea: más de medio siglo de trayectoria artística, o, lo que es lo mismo, la representación de todas las etapas de la vida creativa del pintor. Por todo lo anunciado, se comprende el interés de esta retrospectiva de uno de los más célebres artistas alemanes del siglo XX, del cual no hay apenas representación en nuestros museos, y cuya obra, muy intensa y variada, a pesar de las numerosas exposiciones temporales sobre arte alemán contemporáneo que se han celebrado en nuestro país, se conoce mal. Es, en fin, obvio que esta muestra ha sido posible por los muchos préstamos de museos alemanes, que atesoran la mayor parte de las obras de Dix.

OTTO DIX

Fundación Juan March

Castelló, 77. Madrid

Hasta el 14 de mayo

Antes he señalado que Otto

Dix es uno de los artistas alemanes del XX más populares, pero, como le ha ocurrido a otros muchos grandes creadores plásticos de esta centuria marcada por el vanguardismo, con una fama supeditada a las poderosas imágenes que generó en la época de la República de Weimar, entre fines de la Primera Guerra Mundial y la ascensión al poder del nazismo, que acabó de inmediato con todo lo que representaba este artista.

Ciertamente, entre el expresionismo más exacerbado y lo que se llamó la Nueva Objetividad, la obra de Otto Dix fue una despiadada crónica de los terribles años de la posguerra alemana, donde convivían las patéticas figuras de los brutalmente mutilados veteranos con la necesidad orgiástica general de vivir frenéticamente en un mundo de valores morales aplastados, donde los reyes eran los especuladores enriquecidos y toda suerte de viciosos por inclinación natural o por imperiosa necesidad de sobrevivir.

Este mundo despiadado y macabro, que representaron Dix y Georg Grosz, se alimentó artísticamente del original expresionismo alemán, pero también de una tradición histórica mucho más antigua, que se remontaba a fines del medievo y el Renacimiento. La obra de entreguerras de Dix fue, sin duda, muy importante y reconocida, pero todo lo que realizó después, en medio de las enormes dificultades de la trágica historia alemana, no merece el desdén crítico que ha padecido, como se podrá apreciar en la exposición que comentamos. Tal es el caso de sus soberbios paisajes de entre 1935 y 1945, que nos remiten al sentido cósmico de las incomparables telas de Altdorfer. Es cierto que sus veinte últimos años muestran una declinación artística personal, pero que no está exenta de fogonazos estremecedores, ahora resueltos, no obstante, de una forma más concisa, endurecida, ensimismada.

De todo ello nos da debida

cuenta esta retrospectiva, que reúne una soberbia serie de retratos, muchos, además, de colegas artistas, pero también, como se ha dicho, de paisajes cósmicos y urbanos. Por si fuera poco, se ha logrado traer los dibujos preparatorios y el monumental boceto para su famoso tríptico Metrópolis (1927-1929), un friso compositivo que se puede considerar uno de los testimonios más descarnados de la vida moderna, tal y como se manifestó en el Berlín de entreguerras, uno de sus centros capitales.

'Pareja con capuchina' (1930), de Otto Dix.
'Pareja con capuchina' (1930), de Otto Dix.

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