_
_
_
_

"Me despertó un trueno prolongado muy fuerte"

A Rafael Hernández Morín lo despertó "un trueno prolongado muy fuerte". Su mujer y sus dos hijos vieron cómo, al instante, la planta de los dormitorios bajaba "como en un ascensor" hasta posarse literalmente sobre el segundo piso. Según reconoció ayer a este periódico desde el hotel donde se aloja provisionalmente, "el peso de los escombros empujó las casas hacia delante y lateralmente". Fueron trasladados al hospital, donde les dieron el alta durante la misma mañana. Con "amargura por los muertos y heridos" y con algunas contusiones, aún asustado y muy resignado por lo ocurrido, reconoce que "el muro parecía muy fuerte" y nunca percibió grieta, fisura o humedades que delataran su mal estado en los últimos 14 años.

Rafael Melián escuchó "un ruido ensordecedor", sintió "cómo la casa se movía" y se derrumbaba a sus espaldas, mientras él y su familia corrían hacia la puerta "más rápido que los escombros".

A Laureano Torres lo despertó una de sus hijas. "Me dijo: 'Corre papá". De esos pocos segundos sólo recuerda que "parecía estar en mitad de un fuerte terremoto", aunque su única preocupación era salvar a su hijo de 10 años que quedó sepultado por un alud de piedras y ladrillo. "Saqué todas las piedras que pude hasta que no pude con las rocas más grandes; me concentré en mantenerlo despierto y que me contestara a todo tipo de preguntas hasta que los bomberos lo sacaron de allí". En el hospital sólo diagnosticaron al niño un traumatismo torácico leve.

Bajo las rocas

Otro inquilino relató cómo protegió con su cuerpo a su esposa y, al levantar la cabeza, "vi que nos habíamos quedado sin fachada". Otros aún se estremecían al recordar los gritos de quienes habían quedado bajo las rocas. Un tercero llegó a asomarse a la ventana y ver el polvo que levantó el derrumbe, "pero creí que era calima", la tradicional nube de polvo sahariano que llega a las islas con frecuencia.

A pocos metros de la tragedia, un vecino, cubierto con una bata, reconocía que había escuchado un ruido "como el de un choque" y que se había dado la vuelta para seguir durmiendo, "hasta que tocaron en la puerta para evacuarnos a todos". Elena González Rodríguez lloraba a la salida del hospital, con un collarín que le protegía las cervicales. Había quedado atrapada, junto a su novio, varias horas: "No he tenido tiempo de pensar lo que ha ocurrido", dijo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Entre los vecinos de la zona, José Santana anunció que exigirá al Ayuntamiento que se revisen todos los muros de contención de este barrio, mientras Pascual Mota advertía de que el mal asfaltado de estas calles ha podido dejar al descubierto grietas por donde la abundante lluvia de este año se pudo filtrar y ejercer una presión inusual sobre la pared que cayó.

Algunos técnicos en construcción de este tipo de estructuras consultados ayer reconocieron que un muro de estas dimensiones "bien construido en hormigón, no hace crac y se derrumba en unos segundos; siempre avisa con grietas, fisuras y fugas de agua".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_