Los profesores novatos de la Hispalense hacen cursos para aprender a moverse y hablar en clase
Un proyecto de I+D persigue equiparar la docencia a la investigación
La Universidad es una institución dedicada a la enseñanza que sufre la extraña paradoja de que un profesor pueda pertenecer a ella durante varios años sin haber impartido una sola clase jamás, según fuentes del rectorado de la Hispalense. "Un doctor volcado en la investigación está más preocupado por publicar un artículo en una revista americana que por mejorar las clases con sus alumnos cada año", explica el director del Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) de la Universidad de Sevilla, José María Mesa.
No hay recompensa para el buen profesor. No le pagan más por enseñar mejor ni le reconocen públicamente su labor docente. Y sin motivación, el trabajo de las aulas se apolilla, se estanca y los apuntes del profesor empiezan a amarillear de tanto repetirse año tras año.
Ésta parece ser la excusa para los 14 doctores y seis ayudantes de la Universidad de Sevilla que durante los últimos tres años han desarrollado un proyecto de investigación I+D, financiado con 18.000 euros por el Ministerio de Educación y Ciencia, orientado a la formación docente de los profesores principiantes que entran en la universidad: Enseñar a enseñar. El proyecto pretende institucionalizar y hacer obligatorios los cursos de preparación inicial del ICE en los que ha participado la mitad de los departamentos y 650 profesores novatos en los últimos diez años, "casi todos los que entran", según fuentes del rectorado.
La investigación ha demostrado además que los profesores de las carreras técnicas como Ingeniería, Arquitectura o Medicina estudian y publican más sobre cómo mejorar sus clases, que los de licenciaturas como Pedagogía, Filología o Filosofía. La explicación es la misma: pocos consideran que investigar sobre cómo perfeccionar la pedagogía en las aulas sea útil. "Se da el caso de un profesor de Derecho Internacional que al optar a una plaza en la universidad presentó sus publicaciones sobre la docencia en Derecho y el tribunal se rió de él", cuenta Cristina Mayor, una de las coordinadoras.
Todos los departamentos y facultades de la Hispalense participaron del proyecto, poniendo a prueba los cursos de formación inicial para deshacer el "miedo escénico" de un profesor primerizo (menos de tres años). Cuando aceptan ser instruidos, eligen un mentor que orienta sus clases y les corrige sus errores. El pupilo será grabado mientras imparte lecciones y después su mentor señalará en el video sus defectos y virtudes. "Un hombre entra en un escenario y se sienta ante 300 personas a las que tiene que dirigirse. El miedo escénico de un profesor no difiere mucho del de un actor de teatro", explica José Antonio Donoso, que lleva 10 años como mentor en el departamento de Contabilidad de Económicas. Éste es el único de los 110 que tiene la Hispalense que ha decidido que sus profesores no promocionan si no pasan antes un curso de formación. Y lo ha explotado tanto, que hasta recibe a profesores de Contabilidad de otras universidades andaluzas.
Algunos talleres son de ejercicios de respiración, de cómo hablar y moverse. "La puesta en escena de un profesor es fundamental. Por muy importante que sea su lección, no servirá de nada si la pronuncia de cara a la pizarra", dice Marita Sánchez, coordinadora de la investigación. El problema es que las clases magistrales tienen sus días contados, toda vez que el Espacio Europeo de Educación Superior, previsto para 2010, pretende disminuir las horas presenciales. En todo caso, el proyecto no hace sino remitir un órdago a las administraciones públicas -tanto a la Junta como al Gobierno central- instándoles a subvencionar los cursos de formación del ICE, que actualmente son voluntarios. Pero va más allá: Es necesario reconocer el esfuerzo del profesor con sus alumnos, tanto como el del investigador con sus patentes.
La docencia en la actualidad se paga de oficio, el profesor recibe un complemento en su salario tras cinco años en la Universidad (quinquenio). Para ello no tiene más que asistir a clase. El sexenio, en cambio, es un incremento económico importante que le merece al investigador universitario el esfuerzo de innovar en su trabajo. "Lo que proponemos es que si hay dos profesores que optan a una plaza de contratación, que se valore más al que haya preparado su docencia en este tipo de cursos", concluye Mayor.
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