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AULAS | LA VIOLENCIA MACHISTA PUEDE DETECTARSE EN LAS ESCUELAS

Alumnos de un instituto de Cádiz mejoran la convivencia en las clases

Hay una niña de la que se burlan unos compañeros, una estudiante insultada que responde y provoca. Hay un clima de tensión evidente. Pero también hay tres estudiantes dispuestos a encontrar una solución. Las clases del Instituto La Caleta, en Cádiz, cuentan cada una con un trío de Alumnos ayudantes que apagan los fuegos de las peleas y conflictos habituales en los centros de Secundaria. En total, son 30 jóvenes que dedican parte de su tiempo en la escuela a apoyar a sus compañeros y proponerles soluciones a sus problemas.

El programa de Alumnos ayudantes llegó al instituto gaditano tras conocer sus responsables la experiencia de un colegio de Madrid que había desarrollado una fórmula similar. En cada aula, se eligen a tres estudiantes que ejercerán esta función conciliadora. Se les forma en jornadas de convivencia, donde aprenden a ponerse en el lugar del otro y conocer las carencias de sus compañeros. También a ofrecerles ayuda.

"Es importante mirar a los ojos. Atenderles cuando te necesiten. Hacerles llegar que te interesa lo que te están contando", relata Esperanza González, de 13 años, quien ha estrenado este curso la función de ayudante. En la misma clase de 1º de ESO está Alba Gil, de 12 años, quien ya se ha enfrentado a su primer caso. "Es una niña con la que se meten mucho. Yo he hablado con ella para que sepa que no está sola y con los compañeros, para que no se burlen".

Esta iniciativa, encuadrada dentro del programa Escuela de Paz promovido por la Junta, pretende tejer una red de apoyo en todo el centro. "Llevamos tres años y en cada curso cambiamos de Alumnos ayudantes. Pero las nociones que aprenden son vitales, de forma que los antiguos mantienen sus funciones. Son conocimientos que les servirán para siempre", sostiene el tutor de 1º, José Manuel López. Entre los estudiantes veteranos, están Manuel Rodríguez, de 14 años, y Adrián Pérez, de 15 años, que se confiesan "orgullosos" por seguir apoyando a los demás, aunque oficialmente hayan dejado sus funciones. "Siempre que vemos al tímido que no habla con nadie, tratamos de acercarnos, hacerle saber que no está solo y conseguir que se integre al grupo", explica Adrián.

Es la misma tarea que ahora desempeñan activamente Esperanza y Alba. También Rolando Martínez, de 1º de ESO, quien, al principio se resistía a aceptar las votaciones de sus compañeros de clase que le eligieron Alumno ayudante. "Es que creía que era el que tenía que separar las peleas", explica. Los responsables y la directora del centro, Fany Miguens, le aclararon que las funciones son muchas más: Acoger, escuchar, apoyar, comprender. Y que, al final, se sentiría recompensado por el esfuerzo. Rolando aceptó y ahora está encantado. "Se trata de no echarle más leña al fuego a los problemas", resume el joven.

Desde que los Alumnos ayudantes comenzaron a funcionar hace tres años, los partes de faltas se han reducido y no ha habido casos de violencia grave. La profesora Dolores Rojas, tutora de 3º, explica que los problemas se han dejado de resolver a golpes. "La mejora ha sido evidente, aunque los conflictos persisten", afirma Rojas. Todos reconocen que no existen varitas mágicas, aunque sí herramientas para que la convivencia sea mucho más amable.

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