Cubanía

"Si se respetan todas las reglas se consiguen todos los favores; la condición indispensable es no tratar de escapar de la jaula invisible". Una cita del Che. Pedro Luis Ferrer, este disidente genuino, la recordó justo antes de cantar al sinsonte cobarde de Cadena de pájaros. Después le dedicó unos versos a su progenitor ya fallecido, un fidelista con el que Ferrer -que tiene hermano marielito en Misisipi- aprendió a escribir décimas siendo un niño: "Mi padre fue comunista; yo, no tanto como él", cantó.

Pedro Luis Ferrer practica la resistencia. Algo muy necesario para un artista sea cual sea el lugar donde vive. Y siempre se muestra animoso en sus recitales. Hasta sus boleros, como el que interpretó su hija Lena, tienen un punto alegre.

Ofreció un paseo por la tradición cubana, de una inspiración que este trovador encuentra en su infancia rural y en los diversos géneros de su tierra. Una trova al estilo del centro de la isla, del pueblo de Yaguajay, en el que nació, y un punto de Trinidad; que si unas guarachas de doble sentido o uno de esos sones montunos que tienen la delicia de la cintura caliente, como dicen sus versos. El jovial changüi, primo hermano del son, que se diferencia de éste por cierta complicidad con el silencio, es una aportación de la región oriental de Guantánamo, un nombre hoy tristemente ligado a la vergüenza humana.

Canciones que él canta con voz fuerte y clara. Algunas de su disco Rústico, caso de Fundamento, La cumbanchera, Changüí para la pena o Conga vegetariana. También Fiesta de mujeres, de un próximo compacto que se titulará Natural. Se saltó el guión para atender una petición: Si no fuera por ti.

Lena, que suele hacerle la segunda voz -combina muy bien con la de su padre-, cantó en solitario Mariposa, que Miriam Ramos popularizó en los años setenta en Cuba y que él escribió cuando ella aún no había nacido: una de esas canciones tocadas por una varita que las hace eternas. Con todo el sabor de la cubanía.