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Crítica:PIANO | Grigori Sokolov
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una desbordante energía

El pianista ruso Grigori Sokolov (San Petersburgo, 1950) se ha convertido, gracias a estos ciclos de grandes intérpretes, en un artista familiar en Madrid. De las 11 ediciones ha estado en ocho. Esta asiduidad no ha generado ningún tipo de monotonía, entre otras razones porque Sokolov posee una técnica y una fuerza interpretativa excepcionales, porque no repite año a año las mismas obras y porque su manera de enfrentarse al piano es sustancialmente diferente de la gran mayoría de sus colegas. Es decir, que el interés que despierta en cada una de sus visitas no solamente se renueva sino que se multiplica. Sokolov inauguró estos ciclos en 1996 e hizo para Canal + su primera grabación televisiva en 1998 con obras de Rameau, Beethoven y Brahms. Vamos, que es como de la casa. La posibilidad de seguir su evolución durante todos estos años ha sido un privilegio.

XI Ciclo de Grandes Intérpretes

Grigori Sokolov. Obras de Bach, Beethoven y Schumann. Organizado por Fundación Scherzo y patrocinado por EL PAÍS. Auditorio Nacional, Madrid, 13 de febrero.

Anteayer arrancó con un Bach -el de la Suite francesa, nº 3- pletórico de energía e intensidad, continuó con un Beethoven -la Sonata en re menor, opus 31, nº 2- misterioso y hechizante, y culminó el programa oficial con una deslumbrante versión de la Sonata en fa bemol menor, op. 11, de Schumann. Digo oficial pues las propinas son como otro recital.

Lo primero que destaca en el pianista es la personalidad de sus versiones. Lo segundo, la intensidad que transmite. Sokolov está en las antípodas del convencionalismo. Es un artista de enorme concentración, cuyo virtuosismo siempre está al servicio de desentrañar los confines más ocultos de las partituras. Se podrá estar más o menos de acuerdo con él, pero no creo que nadie niegue su esfuerzo titánico por ir en busca de la verdad última. Así, su Schumann de anteayer sonó a revelación. Tuvo fantasía, brillantez, tensión, y puso el broche de oro a un recital cimentado antes con dos hermosísimas versiones de una suite de Bach y una sonata de Beethoven.

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